sábado, 3 de noviembre de 2007

Jovenes somos todos

Eli Bravo
Jóvenes somos todos
Hoy en día Caracas es un hervidero de jóvenes proponiendo una salida
Hubo una época cuando fui joven. Quiero decir, biológicamente joven,financieramente irresponsable, y sin saberlo, terriblemente feliz. Corrían los 80´s y Caracas bullía como un frívolo volcán que buscaba escapar a la década perdida batiéndose en devaneos postmodernos, una urbe en crisis, en un país en crisis, en años cuando la palabra aún no se cargaba de tantasangre, pólvora y odio. Aquella era una ciudad de jóvenes buscando un escape.
Hoy en día Caracas es un hervidero de jóvenes proponiendo una salida. No miento al decir que siento algo de envidia, vergüenza y admiración antela juventud venezolana de 2007. Envidia porque en esa búsqueda de una identidad que nos impulsa más allá de la adolescencia, luchar por una causa otorga sentido a los días. Estos jóvenes salen a la calle con una claridad y pasión que no tuvimos nosotros, quizás porque la situación era menos urgente: estos chicos se baten contra un revolución que se traga los mismos preceptos por los cuales dice luchar: este es un Gobierno que excluye a todo lo que se le oponga.
La vergüenza es porque fue mi generación la primera en hacer de la antipolítica una bandera. Desencantados con la corrupción y los partidos,creímos que dándole la espalda al sistema podríamos construir un mejor país. No votábamos, no participábamos, no nos interesaba la política. Y de aquel abandono vino esta marejada.
Admiración porque han sido capaces de abrirse camino con un discurso propio, pacíficamente, sin radicalismos. Estos muchachos tienen un sueño, cada vez más articulado, que va más allá de la coyuntura. Lo de ellos no es Chávez vete ya. Lo de ellos es tomar su lugar en la historia para garantizarse el país donde desean vivir.
Hay un grupo de jóvenes que se me queda por fuera. Son los estudiantes bolivarianos, identificados y organizados con una voluntad de soldados. Puedo entender la euforia que los mueve, pero me resulta imposible compartir su lucha. Si de joven pedía justicia social, inclusión y desarrollo, si quizás grité algunas de las consignas cargadas de medias verdades del chavismo, ni antes ni ahora entrego mi individualidad al culto a la personalidad que los arrebata. Desde mis convicciones, estos jóvenes son víctimas de un avezado ilusionista. No los podemos dejar solos. A ninguno de ellos.
Hoy más que nunca tenemos la oportunidad de ser jóvenes otra vez.

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