domingo, 29 de julio de 2007

Manifiesto de los estudiantes - Universidad de los Andes

Nixon, comenzaremos a rezar por ti, por la injusticia que se ha cometido contigo. También apoyaremos a esta rebelión estudiantil.
vdebate reporter
MANIFIESTO DE LOS ESTUDIANTES

En el Natalicio de Bolívar los Estudiantes se dirigen al país
Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Simón Bolívar, en uno de los tiempos más difíciles de nuestra historia republicana.
Al recordar al Padre de la Patria en esta grave encrucijada de la vida nacional, nuestra conciencia de jóvenes nos obliga a plantear de cara a la nación, la irrenunciable decisión de rescatar el verdadero legado que nos dejó su ejemplo y su vida, consagrada por entero al servicio de la libertad y la democracia en Venezuela y América.
Nuestro país se encuentra hoy secuestrado por un gobierno que intenta falsificar la obra del Libertador, para ponerla al servicio de un régimen dictatorial contrario a la vocación pacífica e igualitaria de nuestro pueblo. Es tarea de nuestra generación denunciar y derrotar este fraude histórico que intenta consumar, quien hoy ejerce de manera despótica la conducción del destino nacional.
En nombre de Bolívar se pretende destruir la obra de Bolívar. Profanando su pensamiento y sus enseñanzas se intenta construir un sistema totalitario, para eternizar en el poder a un caudillo y a una camarilla que saquea nuestras riquezas, institucionaliza la discriminación, cercena progresivamente las libertades ciudadanas consagradas en las leyes y en la Constitución y criminaliza las protestas, tal y como ha sucedido con nuestro compañero Nixon Moreno y con cientos de jóvenes estudiantes que han tenido la valentía de hacer publicas sus protestas.
Ante la pretensión de violentar el orden jurídico para imponer la reelección permanente del caudillo único, es necesario recordar las palabras de Bolívar cuando decía en el Congreso de Angostura: "Nada es más peligroso como dejar permanecer largo tiempo en manos de un ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado que los ha mandado durante mucho tiempo los mande perpetuamente".
Y en ese histórico mensaje, al condenar a los gobiernos tiránicos, el supremo conductor de nuestra independencia señala ante los representantes de la soberanía popular: "En el régimen absoluto el poder entronizado no admite límites. La voluntad del déspota es la ley suprema ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan en la opresión organizada en razón de la autoridad que goza".
La historia republicana de Venezuela durante el siglo diez y nueve, y buena parte del siglo veinte está signada por sacrificios y luchas, en contra de ese nefasto continuismo, que el Libertador, en sus proféticas palabras de Angostura avizoraba como un peligro para la libertad de la nación y de los ciudadanos. Las guerras civiles durante esa trágica etapa de nuestra historia, tuvieron siempre su origen y su causa fundamental, en la bárbara acción de los caudillos que capturaban el gobierno, para usarlo como botín con el cual saciaban sus subalternas ambiciones.
Ese pasado oscuro de nuestra historia parecía superado, al lograr consolidarse luego del derrocamiento de la dictadura en enero de 1.958, la más larga etapa de gobiernos civiles electos por el pueblo en comicios libres que permitieron de manera continua e ininterrumpida la alternabilidad republicana.
Es, sin embargo una verdad innegable, que esa sociedad democrática conquistada luego de muchos años de esfuerzo y sacrificio, fue vulnerada progresivamente por la renuncia de la elite política, a los principios que la hicieron posible. Es igualmente cierto que la corrupción y la indolencia frente a los problemas del ciudadano, generaron un ánimo nacional contrario a quienes desnaturalizaron el ejercicio de la política y de la acción democrática de gobierno, pero es no menos cierto que ese ciudadano venezolano, no quiso nunca sustituir la democracia imperfecta, por el retorno a los tiempos en que los cuarteles decidían el rumbo de la vida nacional a espaldas del pueblo soberano.
Cuando Venezuela otorgó su confianza al actual mandatario, y cuando el país aprobó soberanamente la Constitución de 1.999, no estaba escogiendo un caudillo eterno, para que se apropiase caprichosamente de su destino. El texto de esa Carta Magna es el más claro testimonio de que los herederos de Bolívar, queríamos y queremos más y mejor democracia.
Pretender ignorar esta irrefutable verdad es intentar torcer la voluntad democrática del pueblo venezolano, y envolver en medio de mitos y alucinadas leyendas, la farsa del hombre predestinado dispuesto a imponer su voluntad al resto de la sociedad. Una vez más el pensamiento de Bolívar nos recuerda como no existen esos caudillos infalibles tocados por la providencia para manejar a nuestros pueblos como dóciles rebaños.
Ante el Congreso de Cúcuta decía el libertador en 1.821: "Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular, es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser un ciudadano para ser libre, y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque este emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cambiadme señor todos mis dictados por el de buen ciudadano".
Como pieza fundamental del engranaje dictatorial que hoy se construye, y trastocando las normas establecidas en la Constitución, en lo que respecta a las funciones de nuestra fuerza armada, se ha colocado a ella, como el instrumento bélico al servicio del régimen. En las vergonzosas paradas militares de opereta que a menudo se realizan para rendirle culto al caudillo único, se invoca sacrílegamente a la memoria de Bolívar y a la gloria de los ejércitos libertadores, justificando así la triste presencia de nuestros hombres de armas, en esta etapa de destrucción de la vida democrática.
Por fortuna también el pensamiento de Bolívar estuvo atento a la vocación dictatorial de los militares de aquellos tiempos en los que se forjaba la república. Es así como podemos recordarle a la élite castrense que hoy en nombre del Libertador pretende justificar su dócil adhesión a la "revolución cívico militar", las palabras de aquel, cuando luego de ser proclamado Libertador decía a la asamblea reunida en Caracas en enero de 1.814: "No es un despotismo militar lo que puede hacer la felicidad de un pueblo, ni el mando que obtenga no puede convenir jamás sino temporalmente a la República. Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a la Patria. No es árbitro de las leyes ni del gobierno, es defensor de su libertad".
Hoy sin embargo, violentando el juramento prestado al asumir la posesión de las armas de la república, nuestros oficiales repiten como autómatas la consigna Patria, Socialismo o Muerte. Palabras que no van dirigidas a ningún ejército invasor, sino que son el mensaje orientado a advertir al mundo civil la disposición del gobierno de utilizar a nuestro ejército en las labores de represión y castigo, cuando la mal llamada revolución bolivariana se sienta amenazada.
Esta generación de jóvenes que hoy hemos tomado la decisión de luchar hasta las últimas consecuencias por la libertad amenazada, somos hijos de la imperfecta democracia, y a pesar de sus carencias queremos luchar en ella, y por ella. Preferimos los peligros de la libertad a la vergonzosa tranquilidad de las tiranías.
Esta generación es hija de la democracia que otros conquistaron. Nuestro reto es mejorar la democracia que recibimos, la que a pesar de sus manchas, nos ha enseñado el valor de ser ciudadanos libres. Nos negamos a que otros decidan por nosotros, nos negamos a que quienes hoy usurpan la voluntad de la nación, nos regresen a los tiempos oscuros de la historia, por ser incapaces de asumir el reto que nuestra conciencia nos plantea.
La lucha de nuestra generación, no puede ser una batalla aislada del resto de la sociedad. El país en todos sus sectores asume hoy la conciencia del grave momento que vive. Esta no es una lucha entre facciones, no es una lucha de partidos, de clases o de grupos, que buscan la satisfacción parcial de sus derechos, o la defensa particular de sus intereses. Por esta razón, en este nuevo aniversario del Libertador queremos denunciar a la dictadura que en su nombre, e irrespetando su memoria ha tomado para sí la totalidad de las instituciones públicas; que acorrala a los ciudadanos tratando de imponer una cultura del miedo y doblegar la moral de la nación; que censura a los medios de comunicación; persigue al movimiento estudiantil; desata campañas de terrorismo en los medios de comunicación social controlados por el Estado; y utiliza el Poder Judicial como vulgar instrumento político partidista.
Inspirados en los valores de quienes forjaron la patria, ratificamos hoy nuestra decisión de vencer en la lucha por rescatar nuestro sistema de libertades. Al Padre Libertador aun inquieto en su sepulcro, juramos preservar su ejemplo, su palabra y su obra, en manos corazones y conciencias verdaderamente dignas, frente a quienes irrespetan su nombre e intentan destruir los valores irrenunciables del país.
Con la misma angustia de aquel Andrés Eloy Blanco perseguido por la tiranía, alcanzamos a repetir sus nobles palabras de patriota bolivariano: "Amamos a Bolívar como a la vida misma, y al pueblo de Bolívar más que a la vida entera".
Por el Movimiento Todos Somos Nixon: Aimara Rivas.
Por la Universidad de los Andes: Alfredo Contreras.
Por el Movimiento 13 de Marzo: Lawrence Castro

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