Marketing capitalista
Es impresionante como hasta los socialistas mesmos usan las técnicas de lo que ellos llaman "capitalistas salvajes". Gracias de antemano por sus comentarios
Luis Vicente León // Marketing capitalista
El manjar: reducir la jornada laboral, "constitucionalización" de las misiones...
La reforma constitucional propuesta por el Presidente puede ser considerada todo, menos una sorpresa. En las muchas veces que ha expuesto su visión de país, habla de algunas cosas socialmente justas, con las que encubre propuestas radicales, en conflicto con el sistema democrático y el desarrollo económico, tal y como éstos se conocen en el mundo moderno.
Más allá de los elementos populistas, el Presidente no ha escondido sus tres
objetivos reales:
1. La permanencia de la revolución,
2. La concentración de las decisiones en el "irremplazable pintor del
cuadro"
3. El privilegio de la relación directa líder-masas.
En este contexto, su propuesta es supremamente coherente. La reelección continua le da a Chávez la oportunidad de alargar su proyecto y cambiar el sistema político actual. Apartando el planteamiento extremo que atribuye a la reelección indefinida la connotación de dictadura vitalicia, el problema real es que la imperfecta democracia venezolana tenía, en la alternabilidad presidencial obligatoria, un seguro contra el caudillismo y el abuso de poder. Nadie puede afirmar que nunca existió el presidencialismo y padecen de amnesia quienes no recuerdan las largas temporadas con las garantías suspendidas y los mandatarios gobernando por decreto. Pero, al menos, teníamos la certeza que ese proceso no duraría más de cinco años. Alargar la permanencia de un gobernante y darle opciones para reelegirse indefinidamente, entregandole el control sobre las instituciones y el manejo discrecional de los recursos públicos, sin contrapesos ni escrutinio administrativo, intoxica y vicia el sistema político.
La posibilidad de que el Presidente cree zonas especiales, federales, comunales y que nombre sus autoridades a dedo, debilita a los gobiernos intermedios y pulveriza a cualquier opositor que tenga éxito regional, minimizando la posibilidad de surgimiento de liderazgos de relevo. En adición, eliminar de la autonomía del BCV, decidir todos los ascensos militares y quitar la obligación de rendir cuentas al pueblo sobre la administración pública, configura una concentración de poder poco común en el mundo actual.
Pero, una cosa es el análisis racional del problema y otra el juego de las percepciones en las masas. Ninguno de los problemas mencionados, genera impactos suficientemente negativos en la mente de las mayorías, capaces de eclipsar lo que Chávez ofrece al pueblo a cambio de este manjar de poder: reducción de la jornada laboral, "constitucionalización" de las misiones y un fondo para los trabajadores por cuenta propia, que le hace agua la boca a casi 50% de la fuerza laboral, hoy informal. Las ofertas populares promocionadas por el Presidente, no requieren ninguna reforma constitucional, pero son mucho más potentes para la gente que los derechos políticos y los principios democráticos y por eso se presentan como gancho.
Si tuviera que proyectar el futuro, diría que el combo de propuestas de reforma será publicitado por el Gobierno exclusivamente con base en las bondades que tienen estos últimos beneficios sociales para el pueblo. En cambio, el día del triunfo del Sí, el Presidente afirmará eufórico que el pueblo venezolano votó por la reelección continua, el debilitamiento de los municipios, las nuevas formas no capitalistas de propiedad y se declaró abiertamente socialista, aunque la mayoría no tenga ni idea de lo que eso significa y la encuestas muestren el rechazo a la reelección continua y el modelo cubano. Interesante que el Presidente use aquí las más abrasivas,
cuestionadas y superadas técnicas del marketing capitalista del pasado.
Luis Vicente León // Marketing capitalista
El manjar: reducir la jornada laboral, "constitucionalización" de las misiones...
La reforma constitucional propuesta por el Presidente puede ser considerada todo, menos una sorpresa. En las muchas veces que ha expuesto su visión de país, habla de algunas cosas socialmente justas, con las que encubre propuestas radicales, en conflicto con el sistema democrático y el desarrollo económico, tal y como éstos se conocen en el mundo moderno.
Más allá de los elementos populistas, el Presidente no ha escondido sus tres
objetivos reales:
1. La permanencia de la revolución,
2. La concentración de las decisiones en el "irremplazable pintor del
cuadro"
3. El privilegio de la relación directa líder-masas.
En este contexto, su propuesta es supremamente coherente. La reelección continua le da a Chávez la oportunidad de alargar su proyecto y cambiar el sistema político actual. Apartando el planteamiento extremo que atribuye a la reelección indefinida la connotación de dictadura vitalicia, el problema real es que la imperfecta democracia venezolana tenía, en la alternabilidad presidencial obligatoria, un seguro contra el caudillismo y el abuso de poder. Nadie puede afirmar que nunca existió el presidencialismo y padecen de amnesia quienes no recuerdan las largas temporadas con las garantías suspendidas y los mandatarios gobernando por decreto. Pero, al menos, teníamos la certeza que ese proceso no duraría más de cinco años. Alargar la permanencia de un gobernante y darle opciones para reelegirse indefinidamente, entregandole el control sobre las instituciones y el manejo discrecional de los recursos públicos, sin contrapesos ni escrutinio administrativo, intoxica y vicia el sistema político.
La posibilidad de que el Presidente cree zonas especiales, federales, comunales y que nombre sus autoridades a dedo, debilita a los gobiernos intermedios y pulveriza a cualquier opositor que tenga éxito regional, minimizando la posibilidad de surgimiento de liderazgos de relevo. En adición, eliminar de la autonomía del BCV, decidir todos los ascensos militares y quitar la obligación de rendir cuentas al pueblo sobre la administración pública, configura una concentración de poder poco común en el mundo actual.
Pero, una cosa es el análisis racional del problema y otra el juego de las percepciones en las masas. Ninguno de los problemas mencionados, genera impactos suficientemente negativos en la mente de las mayorías, capaces de eclipsar lo que Chávez ofrece al pueblo a cambio de este manjar de poder: reducción de la jornada laboral, "constitucionalización" de las misiones y un fondo para los trabajadores por cuenta propia, que le hace agua la boca a casi 50% de la fuerza laboral, hoy informal. Las ofertas populares promocionadas por el Presidente, no requieren ninguna reforma constitucional, pero son mucho más potentes para la gente que los derechos políticos y los principios democráticos y por eso se presentan como gancho.
Si tuviera que proyectar el futuro, diría que el combo de propuestas de reforma será publicitado por el Gobierno exclusivamente con base en las bondades que tienen estos últimos beneficios sociales para el pueblo. En cambio, el día del triunfo del Sí, el Presidente afirmará eufórico que el pueblo venezolano votó por la reelección continua, el debilitamiento de los municipios, las nuevas formas no capitalistas de propiedad y se declaró abiertamente socialista, aunque la mayoría no tenga ni idea de lo que eso significa y la encuestas muestren el rechazo a la reelección continua y el modelo cubano. Interesante que el Presidente use aquí las más abrasivas,
cuestionadas y superadas técnicas del marketing capitalista del pasado.
Etiquetas: reforma constitucional
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