Eva Golinger y Joseph McCarthy
Para los que no viven en Venezuela, Eva Golinger es una abogado estadounidense dedicada a apoyar a Chávez. Esta señora presentó ante la Asamble Nacional una lista de 33 periodistas venezolanos que presuntamente reciben fondos de EE.UU.
El Mundo / Miércoles / Caracas , 08 de Agosto de 2007
Eva Golinger y Joseph McCarthy
MANUEL MALAVER
Es imposible no asociar al difunto senador Joseph McCarthy con Eva Golinger, abogada de su misma nacionalidad que 47 años después del Comité de Actividades Antinorteamericanas intenta replicar en la Comisión de Medios de la AN aquella "Cacería de Brujas" por la que cientos de periodistas, escritores, actores, guionistas y directores de cine fueron interpelados, denunciados y perseguidos bajo sospechas de ser agentes de la URSS o militantes del Partido Comunista de EEUU.
Cataclismo que se constituyó desde entonces en la marca de toda situación en
la cual un grupo de fanáticos validos del poder busca aterrorizar a disidentes con una investigación parlamentaria y es una mácula que pende de la conciencia y el espíritu cívico del país fundador de la democracia constitucional y republicana. Pero al que no pueden evitar acudir las sectas que desde la izquierda o la derecha tratan de poner un nudo corredizo en el cuello de los adversarios que llaman enemigos, dando origen a devastaciones morales, a cráteres psicológicos y culturales que son la puerta de ingreso al terrorismo generalizado y global. Se vio durante "el sonido y la furia" de la Revolución Cultural China, en los días sombríos en que Augusto Pinochet sometió al Chile humanista y plural a sangre y fuego, durante el
juicio que a finales de los 80 en La Habana llevó al patíbulo al general
Arnaldo Ochoa y algunos de sus seguidores, y en el Perú de Fujimori con
aquel celo judicial que, so pretexto de combatir al terrorismo, transformó
al país de los Incas en un galpón de torturas, corruptelas y "vladivideos".
Digamos que la versión venezolana de la "Cacería de Brujas" tiene un perfil más "Made in USA" y debe ser, no tanto porque su auspiciadora es una coterránea de McCarthy, como porque actúa desde una institución parlamentaria y con la cobertura de organismos partidistas y cuerpos judiciales y de la seguridad del Estado.
De la estructura, en fin, donde intercambian sus roles la extrema izquierda y la extrema derecha, desde los tiempos en que Stalin en Moscú y Hitler en Berlín perpetraban la cadena de atrocidades que culminó en la Segunda Guerra Mundial.
Y cuyo último coletazo fue aquel Comité de Actividades Antinorteamericanas que presidió Joseph McCarthy, con la participación e inspiración de dos de los canallas más atroces de la historia: el abogado, Roy Cohn, y el director del FBI, Edgar J. Hoover. Síntesis los tres de un cuarto en cuestión, del hórrido fiscal de los "Juicios de Moscú", Andrei Yanuarevich Vishinski, responsable, por órdenes de Stalin, del asesinato de cientos de miles de militantes revolucionarios, de Nikolai Bujarin, Alexei Rikov y C.G. Rakovski, entre otros.
Y que es difícil creer haya reencarnado en Venezuela después de medio siglo, si no fuera porque la abogada Golinger lleva cinco años desempeñándose como abogada-inquisidora de la revolución, descubriendo o inventando pruebas, acusando a propios y extraños, hablando de tribunales y banquillos de los acusados, como traidora a su país de origen y agente de un país extranjero, como vergüenza, en fin, de su gentilicio, credo y profesión. Y logrando la hazaña que no se propusieron McCarthy, Cohn y Hoover, como fue ser recibida por los congresistas de un país extranjero que la acogen, financian, aplauden y protegen para que denuncie, persiga y delate compatriotas por el único delito de no compartir las ideas políticas de la señora Golinger y sus
protectores.
Comentando el final de la carrera de McCarthy pudo decir, irónica, la periodista y ensayista conservadora Ann Coulter, que "la única víctima real que se cobró el macartismo fue el propio McCartty". ¿No podremos decir lo mismo dentro de poco los venezolanos de la abogada, Golinger?
El Mundo / Miércoles / Caracas , 08 de Agosto de 2007
Eva Golinger y Joseph McCarthy
MANUEL MALAVER
Es imposible no asociar al difunto senador Joseph McCarthy con Eva Golinger, abogada de su misma nacionalidad que 47 años después del Comité de Actividades Antinorteamericanas intenta replicar en la Comisión de Medios de la AN aquella "Cacería de Brujas" por la que cientos de periodistas, escritores, actores, guionistas y directores de cine fueron interpelados, denunciados y perseguidos bajo sospechas de ser agentes de la URSS o militantes del Partido Comunista de EEUU.
Cataclismo que se constituyó desde entonces en la marca de toda situación en
la cual un grupo de fanáticos validos del poder busca aterrorizar a disidentes con una investigación parlamentaria y es una mácula que pende de la conciencia y el espíritu cívico del país fundador de la democracia constitucional y republicana. Pero al que no pueden evitar acudir las sectas que desde la izquierda o la derecha tratan de poner un nudo corredizo en el cuello de los adversarios que llaman enemigos, dando origen a devastaciones morales, a cráteres psicológicos y culturales que son la puerta de ingreso al terrorismo generalizado y global. Se vio durante "el sonido y la furia" de la Revolución Cultural China, en los días sombríos en que Augusto Pinochet sometió al Chile humanista y plural a sangre y fuego, durante el
juicio que a finales de los 80 en La Habana llevó al patíbulo al general
Arnaldo Ochoa y algunos de sus seguidores, y en el Perú de Fujimori con
aquel celo judicial que, so pretexto de combatir al terrorismo, transformó
al país de los Incas en un galpón de torturas, corruptelas y "vladivideos".
Digamos que la versión venezolana de la "Cacería de Brujas" tiene un perfil más "Made in USA" y debe ser, no tanto porque su auspiciadora es una coterránea de McCarthy, como porque actúa desde una institución parlamentaria y con la cobertura de organismos partidistas y cuerpos judiciales y de la seguridad del Estado.
De la estructura, en fin, donde intercambian sus roles la extrema izquierda y la extrema derecha, desde los tiempos en que Stalin en Moscú y Hitler en Berlín perpetraban la cadena de atrocidades que culminó en la Segunda Guerra Mundial.
Y cuyo último coletazo fue aquel Comité de Actividades Antinorteamericanas que presidió Joseph McCarthy, con la participación e inspiración de dos de los canallas más atroces de la historia: el abogado, Roy Cohn, y el director del FBI, Edgar J. Hoover. Síntesis los tres de un cuarto en cuestión, del hórrido fiscal de los "Juicios de Moscú", Andrei Yanuarevich Vishinski, responsable, por órdenes de Stalin, del asesinato de cientos de miles de militantes revolucionarios, de Nikolai Bujarin, Alexei Rikov y C.G. Rakovski, entre otros.
Y que es difícil creer haya reencarnado en Venezuela después de medio siglo, si no fuera porque la abogada Golinger lleva cinco años desempeñándose como abogada-inquisidora de la revolución, descubriendo o inventando pruebas, acusando a propios y extraños, hablando de tribunales y banquillos de los acusados, como traidora a su país de origen y agente de un país extranjero, como vergüenza, en fin, de su gentilicio, credo y profesión. Y logrando la hazaña que no se propusieron McCarthy, Cohn y Hoover, como fue ser recibida por los congresistas de un país extranjero que la acogen, financian, aplauden y protegen para que denuncie, persiga y delate compatriotas por el único delito de no compartir las ideas políticas de la señora Golinger y sus
protectores.
Comentando el final de la carrera de McCarthy pudo decir, irónica, la periodista y ensayista conservadora Ann Coulter, que "la única víctima real que se cobró el macartismo fue el propio McCartty". ¿No podremos decir lo mismo dentro de poco los venezolanos de la abogada, Golinger?
Etiquetas: libertad de expresión, persecusión política
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