Capriles - El candidato que nos da esperanza
La estrategia de Capriles ha sido recorrer no sólo las grandes ciudades donde hay más votos, sino los pueblos pequeños, que la oposición desestimó en el pasado y donde el chavismo siempre ganaba. Ha sido muy bien recibido en los lugares más olvidados.
ELECCIONES
2012 Catalina
Loboguerrero, de SEMANA, viajó a Venezuela para ver cómo Henrique Capriles se
ha convertido en el símbolo de la esperanza de miles que anhelan un cambio en
el país vecino.
Sábado
8 Septiembre 2012
Henrique
Capriles Radonsky anda sin chaleco antibalas y sin carro blindado, a pesar de
que es el enemigo número uno del presidente Hugo Chávez. A regañadientes tuvo
que aceptar que el gobierno le asignara una escolta del Servicio Bolivariano de
Inteligencia Nacional, que ahora lo persigue mientras recorre el país en
campaña, como aspirante a la presidencia por la coalición de partidos de la
oposición. La irritación de Chávez con Capriles no es menor, pues por primera
vez se enfrenta a un antagonista que podría robarle el corazón de su amada
Venezuela, después de 14 años de ser el rey del rating de la telenovela
política nacional.
Aunque Venezuela ha tenido otros pretendientes, ninguno la ha puesto a dudar
tanto de su matrimonio con Chávez como Capriles. Todos los televisores del país
estarán encendidos el próximo 7 de octubre para saber cuál de los dos
candidatos, Capriles o Chávez, logra conquistarla. Y aunque Chávez tiene más
fans, el comandante envejecido, enfermo, poderoso y déspota que alguna vez fue
el héroe, hoy se ve entre muchos sectores como el malo de la película.
Capriles, por su parte, que a primera vista parecería estar jugando el típico
rol del niño bueno, ha mostrado talento para encarnar a varios personajes al
mismo tiempo y hacer una campaña que ha despertado entusiasmo y esperanza entre
varios sectores.
El seductor
Soltero y con 40 años recién cumplidos, 1,76 metros de estatura, una figura
atlética y sonrisa fotogénica, Capriles cumple con todos los atributos físicos exigidos
para el rol del galán. Por el país corre el rumor de que anda en busca de
primera dama, y más de una le dará su voto pensando que podrá reinar en
Miraflores. Está seguro que las mujeres lo llevarán a la presidencia, así como
también afirma que, gracias a ellas, logró ganarle en 2008 la gobernación del
estado Miranda a Diosdado Cabello, protegido de Chávez.
Capriles sabe que debe asegurar esos votos, porque Chávez también ha sido
bendito entre las mujeres. Pero mientras el Chávez de hoy le canta a las
guayanesas desde una tarima, les manda besos a lo lejos y se dirige a ellas por
la televisión, Capriles se ha dejado tocar y acariciar en todo el país, y más
de una se ha pasado de la raya. En su cuello quedó marcada la cicatriz de un
arañazo pasional de una fanática del estado Bolívar, y hasta de la boca le han
robado besos. Cuando el bus en el que recorre los pueblos hace una parada,
Capriles abre la ventana, saca medio cuerpo y empieza a saludar a las que
corren hacia él, gritando y suspirando. El despliega su mejor sonrisa y
pacientemente posa para las fotos, firma autógrafos, les da la mano, e incluso
a las mayores les agradece, llamándolas cariñosamente "mi amor" o
"mi bella".
Pero el tema no es solo coquetería, pues muchas mujeres son cabeza de hogar.
Chávez creó un Ministerio para la Mujer y la Igualdad de Género, y se ha
declarado feminista, pero su mensaje a ellas es que sigan "pariendo
patria" y sus críticos señalan que al crearles un subsidio, solo logró
incentivar a las mujeres pobres a tener más niños. Los programas sociales de
Capriles están enfocados principalmente a las madres, buscan ofrecer
oportunidades educativas y de desarrollo profesional para que las mujeres
crezcan por sí mismas.
El mesías
A pesar de su nombre, Sendero de Luz es uno de los barrios más embarrados,
pobres y peligrosos de Ciudad Guayana, la capital minera del estado Bolívar, y
territorio chavista por excelencia. El 31 de mayo Capriles llegó caminando
hasta el lugar en una de sus correrías casa por casa. "Fue una entrada
triunfante, así como el nazareno entrando a Jerusalén. Yo nunca vi a Chávez
caminando por entre este tierrero," recuerda Isabel Toscano. Isabel es
católica y se siente identificada con Capriles, porque a diferencia de Chávez,
que ha insultado hasta la iglesia, él está predicando un mensaje de unidad y
paz y es creyente como ella.
A pesar de ser descendiente por el lado materno de judíos escapados del
holocausto nazi, Capriles no solo es católico, sino también mariano y de
rosario en el cuello. Quienes lo conocen afirman que se volvió mucho más devoto
luego de haber estado preso, sin haber sido condenado, por haber supuestamente
promovido la toma de la embajada de Cuba durante el golpe de estado a Chávez en
2002. A diferencia de otros políticos, como el excandidato Manuel Rosales que
hoy está refugiado en el exterior, Capriles se quedó en el país, enfrentó el
juicio y la cárcel, y salió convertido en una especie de mártir y hombre de
Dios. En la cárcel encontró consuelo en las palabras de la Madre Teresa de
Calcuta y se encomendó a la Virgen.
Hoy la fe es un elemento central de su discurso, a tal punto que al final de su
recorrido se despide con un "Que Dios los bendiga, amén", y no se
cansa de repetir que "los tiempos de Dios son perfectos". Para muchos
de sus seguidores, Capriles, con frecuencia vestido de azul, en contraste con
un Chávez que impuso el rojo en Venezuela, proyecta una imagen de mesías
redentor. Por todo el país le han regalado imágenes, santos, rosarios y
ofrendas, como Esther, una campesina arrugada de Guayabal, en el estado
Guárico, que se fundió con él un profundo abrazo y le regaló un cuadro de San
Jerónimo, "para que me lo proteja", le dijo ella.
Tanto fanatismo podría resultar peligroso, porque si Capriles gana no le será
fácil gobernar. El chavismo domina todos los poderes y en Venezuela hay varios
dispuestos a empuñar las armas para defender a Chávez. Capriles afirma que no
cree en los mesianismos, y dice que su gobierno será de un solo período, porque
será un gobierno de transición. Ojalá cumpla su palabra, porque lo último que
necesita Venezuela es otro caudillo milagroso endiosado por una nueva masa
ilusa.
El maratonista
Capriles le ha dado la vuelta a Venezuela ya tres veces y ha caminado 170
pueblos. Utilizó una estrategia similar para hacer campaña cuando se lanzó a la
Gobernación de Miranda y le dio resultado. Tal vez por eso en esta gira está
utilizando los mismos zapatos deportivos que usó entonces. La estrategia de
recorrer casa por casa, pueblo por pueblo y ahora, en la recta final, estado
por estado, ha sido agotadora. El recorrido se le nota en la piel, tostada por
el sol y en su peso. Hoy usa camisas talla S, que al final de cada
concentración terminan bañadas en sudor. Pero a pesar de lo extenuante que puedan
ser algunas de las jornadas, (ha llegado a recorrer diez pueblos en un solo
día) Capriles emana energía y vitalidad.
La imagen vital del "flaquito", como lo han bautizado en la calle,
contrasta fuertemente con la de Chávez, que debido a su enfermedad no ha podido
hacer una campaña tan intensa, ni recorrer tantos lugares. De hecho, el
presidente ha tenido que cancelar presentaciones en público, luce cansado e
hinchado. No es gratuito que una de las camisetas chavistas de moda refleje en
una franja, la mirada del comandante, y no el cuerpo esbelto que exhibía en
otras épocas.
Las comparaciones de su estado de salud con el de Capriles han molestado al
presidente. Lo ha afectado la idea de que él representa lo gastado y lo viejo,
incluso la muerte, mientras Capriles simboliza la juventud, la vitalidad y el
futuro. Recientemente, en una de sus concentraciones exclamó: "Ay papá,
viejo es el viento y todavía sopla" y por el contrario, acusa a Capriles
de representar la política del pasado.
Aunque es cierto que Capriles en sus inicios militó en uno de los partidos
tradicionales, el Copei, el candidato hace parte de una nueva generación de
políticos, más técnicos y profesionales, que no comulga necesariamente con las
prácticas clientelistas del tan estigmatizado 'puntofijismo' que gobernó
durante décadas. El reto para Capriles, si resulta elegido, será gobernar con
el apoyo de tantos partidos, además de los tradicionales Copei y AD, que hoy
integran la Mesa de Unidad Nacional que él representa.
El gerente
Chávez llama a Capriles 'majunche', una palabra despectiva que significa poca
cosa. Dice que su contendor es ignorante, poco estudiado y se negó a debatir
con él porque no sabe hablar en público. Y aunque es cierto que Capriles no es
un académico y no tiene un vocabulario muy sofisticado, proyecta una imagen de
gerente serio y responsable, que le sirve para conectarse con los sectores de
opinión, cuyas decisiones electorales no están tan mediadas por las emociones.
Para esos sectores son los planes sectoriales, las presentaciones con gráficas
y cifras, y su trayectoria como diputado, alcalde, y luego gobernador, cuya
gestión fue evaluada positivamente por Transparencia Internacional.
Con las masas la estrategia es distinta, pero el personaje el mismo. En sus concentraciones,
parado en la tarima, Capriles en vez de dar un gran discurso saca una libreta
de apuntes y pregunta a los asistentes si sufren apagones, si les llega el
agua, y cómo está la seguridad. Así, sus marchas de campaña se convierten más
en asambleas con la comunidad, en donde entre todos hacen un diagnóstico de los
problemas que pareciera que nadie atiende. Y es que en algunos pueblos
llaneros, como Camaguán, parece que el Estado sólo existe en las vallas de
Chávez, descoloridas por el sol incandescente.
Como todo político Capriles les promete, en un lenguaje muy sencillo, que su
situación va a cambiar, que se suban a su autobús del progreso con él al
volante. Y como garantía les ofrece su experiencia como gobernador de Miranda,
un Estado que él considera una pequeña Venezuela, en donde instauró programas
de asistencia social que, dice, son mejores que las misiones del gobierno. Su
discurso es populista, pero en Venezuela, y después de 14 años de gobierno de
Chávez, esa parece ser la única forma de llegar a los votantes. Porque si algo
ha logrado el presidente es martillar la idea de que el pueblo es el que tiene
el poder. Y muchos venezolanos, sin ser chavistas hoy, así lo creen.
De la imagen a la realidad
Capriles está jugando un papel estelar, pero no es seguro que la emoción que ha
logrado despertar se traduzca en votos por la presidencia. Las encuestas en
Venezuela tienen una orientación política más marcada que en Colombia, pero en
la mayoría, a un mes de las elecciones, el favorito sigue siendo Chávez. Sin
embargo por lo menos dos de ellas, Consultores Siglo XXI y Varianzas indican
que Capriles ha crecido en intención de voto. En la primera, Capriles supera a
Chávez y en la segunda hay un empate técnico. En otros estudios, se ve que el
número de personas indecisas ha aumentado hasta cerca del 20 por ciento de los
votantes.
A estas alturas, y en un país tan polarizado, resulta increíble que haya tantos
indecisos. Por eso también se habla en Venezuela del voto subterráneo, es
decir, de personas que ya se definieron pero no quieren manifestarlo en las
encuestas por temor, y por lo general, este grupo de indecisos tiende a votar
por Capriles. Es un voto instrumental, así los electores no se identifiquen
ciento por ciento con él o sus ideales, es el candidato anti-Chávez.
También podrían favorecerlo varios incidentes recientes que dejan mal parado al
gobierno. Por ejemplo, tras la explosión y el incendio de la refinería de Amuay
cuando perdieron la vida más de 40 personas mientras todos los dedos apuntan a
la negligencia y al mal manejo administrativo del gobierno, Chávez dijo que
"la función debía continuar". Las masacres en las cárceles del país,
y nuevas denuncias de una matanza a un grupo indígena, o la situación crítica
económica que viven las empresas mineras de Guayana y sus trabajadores que
viven de protesta en protesta -la última obligó a Chávez a suspender una de sus
cadenas en la televisión- podrían afectar su votación. Pero tampoco hay que
sobredimensionar ese impacto. Muchos venezolanos creen que los errores y fallas
del gobierno no son culpa de Chávez, sino de los funcionarios que no le cuentan
lo que pasa.
Pero más allá de la imagen están las maquinarias. Aunque la del oficialismo es
avasalladora, y los recursos de gobernaciones y alcaldías chavistas están
moviendo su campaña a nivel local, la oposición nunca ha estado tan organizada
para hacer lo propio. El comando de campaña de Capriles cuenta con más de
200.000 personas que han hecho un trabajo milimétrico para saber en qué barrio
a alguien le hace falta una silla de ruedas o una cama para enfermos. Pero
además, han organizado un ejército de testigos electorales, comandados por el
excandidato Leopoldo López, para que cuiden los votos el día de elecciones,
sobre todo en algunos puestos de votación en donde el chavismo ha sacado el
sospechoso 100 por ciento de los votos en anteriores elecciones.
A un mes más de campaña, con las pasiones a flor de piel, Venezuela vive un
ambiente extraño de fiesta apocalíptica y se prepara para el duelo final. El
presidente ha dicho que la oposición debe ir preparando la camilla porque le va
a dar su merecido a Capriles, pero nunca se ha sentido tan amenazado. En el
aeropuerto de Caracas cuelga una enorme valla del presidente rodeado y abrazado
por decenas de niños. En medio de su cara regordeta, apenas se pueden ver sus
ojos, pero el letrero que reza debajo de la foto, revela un mensaje de súplica:
"Sigamos juntos".
Etiquetas: elecciones, Henrique Capriles, Hugo Chavez
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