martes, 12 de enero de 2010

Los mamones del tiempo

Excelente!!!!
vdebate reporter
EL NACIONAL - LUNES 11 DE ENERO DE 2010
OPINIÓN/7

Opinión
Los mamones del tiempo

CLAUDIO NAZOA

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¡ Feliz año! Para empezar, gracias a mi colega de página el señor Tuli... perdón, el señor Chumaceiro, por haberme nombrado "Analista político del año". Agradezco la distinción pero, ser el "Analista político del año" es la prueba de cómo estaremos de fregados en Venezuela que los cómicos y humoristas somos los únicos que podemos explicar nuestra demencial situación, es decir, sólo un loco puede entender a otro.

Con todo lo que ha pasado, está pasando y va a seguir pasando, este año a la gente le ha costado decir feliz año de verdad. Como soy un guerrillero del optimismo, creo firmemente que el premio mayor ya nos lo ganamos, por el sólo hecho de haber nacido y que mientras tengamos cerebro, boca y manos es posible cambiar el mundo que nos tocó. Por eso, el 31 de diciembre, grité durísimo: ¡Feliz año 2010! Pero mi optimismo luchó a brazo partido contra la locura familiar que me rodeó. Como lo he comentado alguna vez, vivo en un pequeño apartamento con cinco hijos: dos del primer matrimonio de mi esposa, dos del anterior mío y uno con ella, que creo que es mío también.

A mi esposa no se le ocurrió mejor idea que invitar a toda su familia a pasar el Año Nuevo en casa. Aquello parecía una combinación del terminal de La Bandera en Semana Santa con la peregrinación a la Meca. Casi no se podía caminar en el apartamento. El baño siempre estaba ocupado, al extremo de tener que ir a casa del vecino para hacer pipí. Craso error porque el vecino estaba fastidiado, y que celebrando con su esposa y su hijo evangélico. Por supuesto, se fueron a mi fiesta.

Mis siete cuñados, a las 8:00 de la noche, ya se habían comido los 4 panes de jamón que hice, 15 de las 30 hallacas y la mitad del pernil, ni hablar del licor.

Ellos, entre todos, trajeron 12 cervezas, vino blanco y tinto La Sagrada Familia y dos botellas de un "whisky" que fabrican en Carora a base de papelón y ñame, sin embargo, se tomaron mi escocés mientras yo terminé bebiendo el veneno.

Como si esto fuera poco, en mi hogar había ¡cuatro suegras! La mamá de mi primera esposa, la mamá del primer esposo de mi esposa, la mamá de mi segunda esposa y la mamá de la actual. ¡Qué pesadilla! Aquel pocotón de suegras bravas entre sí, compitiendo por quién hacía la mejor hallaca, por cierto, todas horribles que, por hipocresía, tuve que probar. Ellas me odian y despectivamente me llaman "el hombre ese".

También nos visitó un tío de los hijos de mi esposa al que no sé por qué motivo le falta un pie, y en su lugar tiene algo así como un cuero que le cubre el tocón.

Este señor se emborracha con el primer trago y a manera de gracia comienza a tocarlo a uno con el muñón cada vez que se le da la espalda. Aquello es insoportable.

Para completar la vaina, el abuelo de mi esposa, encargado de traer las uvas (como 25 kilogramos para aquel gentío), en lugar de uvas se trajo un saco de mamones que consiguió en Guanare.

A las 11:30, el viejito loco nos dio a todos 12 mamones, mientras, sonaban "Las uvas del tiempo" y "Faltan cinco pa’ las doce", en una cinta repetitiva.

Qué cosa tan horrible aquella gentará a media noche, abrazándose y comiendo mamón en lugar de uvas. Cada campanada un mamón y a escupir la pepa.

Soy optimista, pero estoy ¡harto! de ser tan feliz en familia. El próximo año me voy solito a pasarla con las muchachas del bar El Lobito en la avenida Baralt de Caracas. ¡Ahí sí que lo quieren a uno!

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