domingo, 17 de agosto de 2008

Todo en familia. Nepotismo en Venezuela

Triste el espectaculo venezolano
vdebate reporter
Portada - Martes 15 de Julio de 2008 1 / TalCual

Todo en familia
Teodoro Petkoff


Ya una vez dedicamos un editorial a esta plaga del nepotismo, que se extiende como la verdolaga por predios oficialistas y opositores. Sin embargo, el episodio de la increíble colonización de la Asamblea Nacional por los familiares de su presidenta, Cilia Flores, da pie para añadir algunas otras consideraciones. Rueda un chiste por el Parlamento según el cual si se entra a una oficina de éste y se grita "¡Flores!", la mitad de los presentes atiende.
Exageración humorística, sin duda, pero que la señora haya metido a cuarenta de sus parientes a cobrar en las oficinas administrativas del Parlamento no es concha de ajo.
Ha batido el récord (al menos el conocido) de su Amado Líder, quien en Barinas tiene enchambada a casi toda su familia. Pero, al menos Yo-El-Supremo se conforma con sus parientes directos. En cambio, la doctora Flores ha metido parientes hasta el cuarto grado de afinidad y, por lo visto, a todos los consanguíneos que encontró.
Encima de todo, se puso bravísima cuando los sindicatos le denunciaron el patuque y, para variar, remató insultando a los periodistas (De paso, el nuevo Colegio Nacional de Periodistas se estrenó como debe ser. Su reclamo no pudo ser más oportuno y contundente).
Este tema no es de risa.
Habla de una grave fractura ética en el mundo político en general.
Porque el asunto no atañe sólo a la gente del oficialismo, aunque en este sector está mucho más extendida la práctica, sino también a la gente de los partidos de oposición y hasta a figuras independientes. En Anzoátegui, valga el ejemplo, cuatro alcaldes de oposición, que no pueden reelegirse para el mismo cargo, están promoviendo para sucederlos a diferentes clases de parientes, sin ningún otro mérito para acceder al puesto que el parentesco. Hay casos, desde luego, en los cuales personas emparentadas poseen, cada uno, carrera política propia y sería un despropósito hablar de nepotismo en esas circunstancias. Pero se trata, más bien, de excepciones.
Sin embargo, no es sólo un asunto ético y moral.
También alude a la grave crisis de todos los partidos políticos. El ultracentralizado y cogollérico PSUV es el mejor ejemplo de ello, sobre todo porque el ejemplo viene de lo más alto.
¿Cómo le reclama Chávez al gobernador de Falcón que no postule a su propia esposa para sucederlo?
¿Cómo le reclama a Reyes Reyes que haya postulado a su propio hijo para la Alcaldía de Barquisimeto?
¿Con qué autoridad podría reclamarle a Cilia Flores el escandaloso nepotismo en la Asamblea Nacional?
En fin, el espectáculo es triste y lamentable. El mal pica y se extiende.

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