martes, 25 de marzo de 2008

Ascenso socioeconómico de los chavistas es un boomerang para el Gobierno

En cuatro años, la nómina de empleados públicos creció 40,6% y sus
sueldos 198%


Ascenso socioeconómico de los chavistas es un boomerang para el Gobierno

La emersión de una nueva clase social impide al Ejecutivo discriminar entre
chavistas y no chavistas, sobre los costos políticos de medidas económicas


OMAIRA SAYAGO
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La clase emergente aprendió que ser rico no es malo y que el dinero ayuda a la mayor suma de felicidad posible

El vertiginoso incremento de los ingresos petroleros desde 2004 ha permitido al Gobierno ejecutar políticas sociales y económicas dirigidas principalmente a favorecer a las clases de menores recursos. No se resolvía radicalmente la pobreza, pero se aliviaban sus embates y se ganaba el compromiso de estas personas a apoyar el proceso. Además de las diversas misiones, esas políticas se tradujeron en el incremento de la nómina de empleados públicos, que de 2003 a 2007 creció 40,6%, y en el aumento de sus salarios, que en el mismo período fue de 198%, según los índices de
remuneración del BCV. En ese lapso, en el sector privado la nómina creció 11% y los sueldos aumentaron 85,9%.

Al considerar la inflación acumulada entre los mencionados años (95,2%) se observa que el salario real de un trabajador promedio del sector privado cayó 4,8%, en contraste con un alza de 52,5% en el salario real de los empleados públicos.

Estos datos señalan que un importante cambio está ocurriendo en la estructura socioeconómica de la población chavista. Es el surgimiento de una nueva clase media, representada en todos los substratos: alto, medio y bajo, con un creciente peso político-electoral, que coloca al Presidente frente a un desafío: cómo discriminar, en un año electoral como este, entre la población chavista y la no afecta al régimen, en relación con los costos políticos de eventuales medidas económicas.

En escenarios electorales anteriores, las decisiones económicas oficiales sólo impactaban a las clases media y alta, tradicionalmente de oposición.

Pero ahora el ascenso socioeconómico de los chavistas es un boomerang para el Ejecutivo.

Paradójicamente, por efecto de las mismas políticas gubernamentales, estos grupos emergentes saben que ser rico no es malo y que el dinero ayuda a la mayor suma de felicidad posible. Por tanto, sí serían afectados por decisiones de índole económica.

El análisis corresponde a Rafael Muñoz, profesor de Economía Política de la Universidad Católica Andrés Bello. "Ahora es más difícil distribuir los costos políticos. Antes, por ejemplo, era menos costoso ejecutar una devaluación de la moneda, pues su impacto recaía sobre la población opositora. Así, en 2004, en vísperas del referéndum revocatorio presidencial, fue posible devaluar sin mayores contratiempos políticos, pues los ingresos que tal medida provocó permitieron financiar un incremento del gasto social para las clases populares, identificadas en su mayoría con el proceso. Esto compensó a estas personas de los efectos inflacionarios de la devaluación, mientras que todo el peso recayó sobre las clases media y alta, las cuales el régimen daba por inalcanzables en términos políticos. En el presente, el Gobierno no podría devaluar sin tener que asumir un costo político mayor", señala.

Muñoz está convencido de que se ha reducido de manera importante la nitidez con la que el Gobierno podía dividir a la población entre chavistas y no chavistas con base en la división de clases sociales. Así lo demostró la jornada del 2-D cuando se ratificó la Constitución vigente.

Luis Vicente León, director de Datanálisis, sostiene que a Chávez le toca ahora maniobrar frente a una población a la que acostumbró a subirle los ingresos y con la que ha creado una relación utilitaria, más que una netamente política.

Coincide en la fuerte recuperación económica de los estratos más bajos: en 2007, el ingreso del estrato E subió 16%, índice que en el medio alto fue de 9%.

"Cuando se gasta mucho dinero, como lo hace el Gobierno, y ese dinero llega al bolsillo de la población se crea un conector utilitario, que es con el que Chávez se ha hecho fuerte, no porque haya sido eficiente en la gerencia de los problemas del país ni por su discurso socialista o comunista. Y en la medida en que el conector es utilitario, que en este caso es tan intenso y potente, cada vez se hace más difícil sostenerlo. Primero, porque se va perdiendo la capacidad para sorprender. Las misiones, los médicos en el barrio, Mercal o las becas ya son para la gente derechos adquiridos. Y a pesar de la recuperación del poder adquisitivo, las necesidades no cubiertas siguen siendo infinitas. Y segundo, porque estas personas tienen ahora un
estatus distinto y una expectativa más elevada y exigente", dice.

León cree que Chávez está claro de esta situación y que por eso intenta moverse en otras rutas estratégicas. La última de éstas fue el discurso nacionalista, que puso en práctica durante el conflicto por la muerte del guerrillero colombiano Raúl Reyes. "Esta estrategia le dio algo de recuperación en popularidad, pero sigue un riesgo importante en el tema utilitario. Él enseñó a esa población a pedir y a darle, le dijo que ella tenía derecho a exigir y a protestar en contra de los que no le dan.

Pues bien, ahora se tiene que enfrentar a ellos", añade.

Muñoz advierte que este proceso de ascenso socioeconómico no ha sido homogéneo.

"Grandes asimetrías se han venido formando en la distribución del ingreso y de la riqueza al interior del tejido chavista.

Las diferencias en el grado de acceso a los crecientes beneficios del boom petrolero no sólo se observan entre la cúpula del régimen y los grupos medios, sino también entre las bases.

Esta situación ha provocado tensiones en el chavismo, expresadas en la proliferación de protestas que con motivaciones económicas hemos visto en los últimos meses", sostiene.

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