domingo, 8 de julio de 2007

"¿Y va a caer..."

Un buen resumen de la semana.

Marta Colomina // "¿Y va a caer..."

Chávez comprueba que su lengua y soberbia le han aislado del entorno latinoamericano
La cronista cambia de Meridiano TV donde veía el juego entre Colombia-EEUU con el coro de fondo que ha identificado la Copa América a pesar de los esfuerzos oficiales de llenar las gradas con presuntos afectos a la revolución ("¿y va a caer, este gobierno va a caer") y se encuentra en Globovisión con una protesta de aragüeños que vinieron hasta Caracas para reclamar sus viviendas largamente prometidas y nunca entregadas. En sus pancartas se leía: "Presidente, no queremos fusiles, ni municiones ni submarinos, queremos viviendas".

La semana ha sido fatal para Chávez igual que su fracasada gira por Rusia, Bielorrusia e Irán. Las autoridades rusas anunciaron que su visita era privada (no oficial), no permitieron que hablase en el Parlamento y mientras Chávez "sellaba con Ahmadinejad su alianza contra EEUU", Putin y Bush, desde la residencia privada de la familia presidencial en Maine, acordaban un frente común contra los planes nucleares iraníes. Se desvaneció el sueño de Chávez de aliar a Putin en un bloque antiEEUU.

Entre sus anuncios estrambóticos está el de "venderle gasolina a Irán". ¿De dónde va a sacar Chávez la gasolina que no tiene, si parte del consumo nacional se importa?
¿La comprará en Holanda para casi regalársela a su compinche político? La construcción en Venezuela de un complejo petroquímico con Irán es otro
anuncio descabellado ¿Por qué no pone a funcionar plenamente a la Petroquímica de El Tablazo que, por no tener, no tiene ni gas para sus operaciones internas?

El Gobierno chavista hace aguas mucho antes de que los submarinos vengan en su auxilio, venta que pudiera no darse en virtud de los acuerdos Bush-Putin de hacer un frente contra Irán, el cual podría dar al traste con los afanes armamentistas de Chávez. ¡Y pensar que el teniente coronel había confiado horas antes a la ABN la "confidencia" de Putin de que "Rusia ayudará a Venezuela a convertirse en una gran potencia". A su llegada a Caracas se encuentra con el anuncio de una inflación en junio del 1,8%, que anualizada ya llega al 20%; con intrigas y peleas entre sus huestes militares y civiles ya insostenibles;con la Iglesia en su Asamblea anual de Obispos que emitirá un documento crítico sobre la reforma constitucional mediante la cual Chávez pretende eternizarse en el poder y con el pertinaz empeño del Senado
brasileño de no permitir el ingreso de Venezuela a Mercosur, en cuya actitud es acompañado por su homólogo paraguayo. Chávez comprueba así que su lengua y su soberbia le han aislado del entorno latinoamericano. Hasta su pana Lula ratifica la política de libre mercado al asegurar "que no es socialista y confía en el sistema capitalista".

¿Habrá sacado cuentas Chávez que desde enero del 2003 hasta junio de 2007 la inflación ha subido en un 101% y los alimentos se han incrementado en un 158%? Desde hace tiempo los economistas le han advertido a Chávez sobre las alarmas encendidas en la economía del país. Pero él siguió controlando precios y ahogando la producción interna. Las importaciones alcanzarán los $47 mil millones este 2007, mientras el Gobierno gasta sin control (incluidas las reservas). Así, el desabastecimiento llegó para quedarse. La inflación sigue avanzando, crece el riesgo país (por las alarmas ante la caída de la producción petrolera y la errada política en la Faja, de ahí que los PDV caigan en picada); el dólar paralelo no baja (a pesar de las $ 1.200 millones mensuales en bonos que el gobierno pone a dedo en manos de tres bancos privilegiados); y el déficit fiscal sigue subiendo (más de $ 5 mil millones en el primer trimestre de este año)

A medida que el país muestra sus llagas, Chávez incrementa sus amenazas. Hiere a los pocos suyos que se atreven a decirle la verdad (Müller Rojas); insulta a la Iglesia; amenaza a las clínicas (sin ver que los hospitales están colapsados); quiere cerrar los colegios privados y huye despavorido en su helicóptero cuando las 1.655 familias que viven en alto riesgo alrededor del Viaducto 1 le reclaman la vivienda prometida, mientras él compra armas y submarinos. Chávez ríe cuando escucha que uno de cada tres venezolanos quiere irse del país (menos "golpistas" a quienes combatir). Ríe cuando lee que los secuestros a ganaderos aumentaron en 66% este año mientras los
militares gritan "patria, socialismo o muerte", pero monta en cólera cuando ve el bodrio en que sus ineptos han convertido el canal 2, el mismo que con el cierre ha sellado su destino político. Porque todas las encuestas revelan que la gente está harta de la revancha social predicada por Chávez que no se tradujo en bienestar para los pobres. Los venezolanos reclaman masivamente la reconciliación. Como la que están mostrando estudiantes y líderes comunitarios. Por eso el coro de los estadios de la Copa América resulta tan premonitorio.

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