domingo, 1 de junio de 2008

El pais de Lula avanza firme hacia el "milagro economico"

Y los venezolanos vamos hacia atras como el cangrego......... triste no........... y Lula se hace el loco con Chavez.........
vdebate reporter
LA NACION-ARGENTINA 01/06/2008
El país de Lula avanza firme hacia el “milagro económico”
Las claves son el optimismo y la pujanza

Domingo 1 de junio de 2008 Publicado en la Edición impresa
SAN PABLO.– A primera vista, Ricardo Steinbruch y Reginaldo Lopes no tienen muchas cosas en común, salvo que ambos son paulistas. Steinbruch preside Vicunha Textil, una empresa que tiene unos 9000 empleados, factura más de 800 millones de dólares por año y forma parte de un grupo que también maneja un banco, es socio de una siderúrgica y tiene negocios en el agro.
Lopes es un taxista que para poder pagar los estudios universitarios de sus dos hijos tolera 14 horas diarias el insoportable tránsito de la capital económica de este Brasil pujante, complejo y desigual. Pese a la brecha que hay entre sus dos mundos, ambos coinciden en que el Brasil de hoy es mucho mejor que el de hace 10 años, aunque mantenga importantes heridas sociales abiertas.
No apoyan en todo al presidente Luiz Inacio Lula da Silva y, de hecho, lo critican por haber aumentado la cantidad de empleados públicos y por mantener una carga tributaria altísima e ineficiente. Pero coinciden en que el país ha experimentado un quiebre respecto de su pasado de gran inestabilidad. Lo mismo opina la mayoría de empresarios, economistas, analistas, funcionarios y simples ciudadanos con los que LA NACION conversó en varias ciudades del país, el país más grande de América del Sur, para conocer las claves de un boom económico y social que parece tener por delante mucho más crecimiento que riesgos.
En las últimas semanas, Brasil se convirtió en una noticia internacional gracias a haber obtenido el investment grade ( grado de inversión) por parte de la calificadora de riesgo crediticio Standard & Poor s (S&P), que seguramente será imitada por sus competidoras.
Esto significa que el gobierno y las empresas accederán a financiamiento más barato, porque sus acreedores tienen menos temor a prestarle que a otros países. La pujanza del Brasil de Lula se refleja sin duda en San Pablo, a cuyas calles se vuelcan cada día 600 autos nuevos (lo cual hace aún más caótico el tránsito de la ciudad), pero también en los pobres estados nordestinos, donde Lula tiene su principal base de apoyo político.
En las grandes ciudades del centro del país, muchos ciudadanos miraban con recelo al presidente por su origen marcadamente sindical, pero después se vieron cautivados por su pragmatismo y hoy por su popularidad, cuando transcurre la mitad del segundo mandato, alcanza un nada despreciable 70 por ciento, nivel que se ubica entre los más altos de la región.
El factor más relevante para entender este cambio en Brasil es, justamente, la falta de cambios radicales: aunque los equipos de los presidentes Fernando Henrique Cardoso y Lula se peleen entre sí para ver quién hizo el mayor aporte, para el resto de los brasileños lo que hubo es una muy acertada continuidad entre ambas gestiones. El optimismo por la salud económica del país -en el mundo de las finanzas ya se habla del "milagro brasileño"- se refleja en la inversión extranjera, que el año pasado rondó los 35.000 millones de dólares, frente a los 5700 millones que recibió la Argentina.
Milena Zaniboni, analista de S&P Brasil, explicó en su oficina del centro financiero de San Pablo que el país subió de nota por "la perspectiva de un crecimiento más fuerte, estabilidad macroeconómica y monetaria, junto con un incremento muy dinámico de la demanda interna gracias al crédito bancario".
Las cifras oficiales ratifican este diagnóstico y le permiten al país mantenerse equidistante de la crisis financiera global, a diferencia de lo que ocurría en el pasado: entre 2004 y 2007, el PBI creció a una tasa del 4,5% anual, frente a un promedio del 2,8% entre 1984 y 1993, y del 2,5%, entre 1994 y 2003.
Los más refinados restaurantes de San Pablo, repletos de gente inclusive en los días laborables, pero también las cadenas de venta de productos masivos, que no se cansan de facturar, hablan claramente de ese crecimiento. El futuro está llegando Las tasas de expansión de la economía tal vez no son tan espectaculares como las de la Argentina, que desde 2003 creció casi al 9% anual, pero acá todos parecen estar tranquilos con un crecimiento "más ordenado y sustentable", según indicó Steinbruch.
Este empresario, admirador de la riqueza natural de la Argentina, se siente reconfortado, porque "siempre se decía que el futuro en Brasil llegaría alguna vez, pero ahora parece que está llegando". Por otro lado, Brasil pasó de ser deudor externo, a acreedor; el superávit fiscal ronda el 4%, y la tasa de inversión crece 2,5 veces más rápido que el PBI. Esta fortaleza permite que la tormenta que trajo la crisis de las hipotecas subprime en los Estados Unidos ni siquiera se vea como una llovizna en los bancos de la poderosa city paulista. Hay amenazas, pero bastante manejables: la inflación superaría el 5% este año, por encima de la pauta que maneja el Banco Central, dirigido por el muy respetado Henrique Meirelles, a quien Lula preserva de las críticas del Partido de los Trabajadores (PT, la agrupación del presidente). El gobierno atribuye esta inflación a la suba internacional en el valor de la energía y de los alimentos, que a su vez contribuye a acelerar el crecimiento económico, como en otros países emergentes; la oposición y los analistas agregan que los precios suben porque el gasto público viene trepando al 9% anual con Lula. "
Los que no quieren trabajar sólo deben esperar que el gobierno les dé un subsidio", se queja otro taxista, en una frase que perfectamente podría escucharse en cualquier ciudad de América latina. Para compensar el aumento del gasto público y su correlato en la inflación, el Banco Central mantiene altas las tasas de interés. Pero esas tasas encienden otra luz amarilla: está subiendo el valor del real frente al dólar, lo que a priori debería perjudicar sus exportaciones.
Por ahora, nadie parece muy preocupado por el rumbo de la moneda nacional: muchos empresarios dicen que quieren ver cómo implementa el gobierno el nuevo paquete de apoyo a la industria, mientras tanto se animan a invertir dentro y fuera del país, con salarios que crecieron en términos reales. De todos modos, Sergio Amaral, un ex ministro de Desarrollo e Industria del gobierno de Cardoso, advirtió que si se mantuviera esta escala ascendente del real, que se cotiza cerca de 1,65 por dólar -en 2002 la relación era casi de 4 a 1-, "en dos o tres años podría haber problemas de competitividad para la industria brasileña".
Más optimista, la jefa de economistas del banco ABN-Amro, Zeina Latif, sostuvo que hacia delante "no hay signos de una crisis política relevante y si aparece ese factor, no parece probable que vaya a contaminar la marcha de la economía, como quedó demostrado cuando Lula casi va a juicio político en 2005".
En 2011, si no se reforma la constitución para permitir una nueva reelección, Lula dejará el poder y, según las encuestas, podría ser sucedido por el gobernador socialdemócrata del estado de San Pablo, José Serra. Con un discurso más académico, aunque sin tanto carisma, si a Serra (del partido de Cardoso) le toca recibir en sus manos las riendas que dejará Lula seguramente avanzará en algunas de las reformas que pide el mercado financiero (seguridad social, apertura de la economía, control del gasto), pero nadie espera que vaya a torcer demasiado el rumbo del país.
En la última década, Brasil ha ganado una gran oportunidad en un contexto de crecimiento mundial. Si bien todavía tiene muchas batallas por dar, en la que libra por estos días, las cuentas le dan muy bien.

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