martes, 24 de junio de 2014

La burbuja de La Venezolana

Donde estan esos 15 millones de dolares?
La burbuja de La Venezolana
Algo debió salir mal en Concesionario La Venezolana; los socios estaban abriendo sucursales en Caracas y Valencia, y tenían un restaurante que ahora está "cerrado por inventario".
Por Roberto Deniz y Joseph Poliszuk
El galpón de La Panamericana permanece intervenido. La Fiscalía y la Asamblea Nacional, entretanto, están recibiendo denuncias de los afectados VENANCIO ALCÁZARES
EL UNIVERSAL
domingo 1 de junio de 2014
Bastaron 300 mil bolívares para registrar el Concesionario La Venezolana. Con un capital equivalente al de un carro, la empresa fue constituida en marzo del año pasado y en septiembre ya acumulaba 100 millones de bolívares.
Como la espuma, la firma acusada de haber estafado a casi 6 mil personas creció 333 veces en sólo seis meses. Entre el debut y la despedida transcurrió poco más de un año, pero La Venezolana inscribió unos 15 millones de dólares si se calcula al tipo de cambio de 6,30 bolívares o 2 millones de dólares a la tasa del Sicad 2.
El actual vicepresidente de la empresa, José Ramón Briceño Hedderich, inscribió la compañía el 22 de marzo de 2013, en sociedad con un joven de 20 años que aparecía en los registros de la Misión Sucre como uno de los facilitadores que ni siquiera disponían de cuentas bancarias. Así se levantó en los Altos Mirandinos un negocio que, en principio, era un punto para la compra-venta de carros usados.
"Somos su mejor opción", se leía en los primeros avisos que publicaron en la prensa en mayo del año pasado. Si en los registros quedó constancia del músculo financiero de la empresa, sus anuncios publicitarios desde el principio dejaron claro que no querían pasar desapercibidos. Se presentaron como un "concesionario autorizado" de Nissan y prometieron "tiempo de entrega récord" de unos modelos que ni el verdadero distribuidor de la marca japonesa había comercializado, debido a las restricciones del Ejecutivo nacional a la hora de emitir las licencias de importación.
Sin aviso ni presentación un extraño irrumpió en el deprimido mercado automotor venezolano. Las promesas de la firma y el uso de la imagen de Nissan encendieron las alarmas, puertas adentro, de la industria automotriz. Pronto llegaría la respuesta...
Nuevo rostro 
"Se hace del conocimiento de nuestros clientes que la sociedad Concesionario La Venezolana C.A no forma parte de la red de distribuidores autorizados Nissan, por lo cual no están facultados para ostentarse como representantes de la marca", señaló Nissan el 30 de junio de 2013.
Nissan también había delegado poderes en un bufete de abogados para advertir al concesionario sobre los riesgos legales que corría al usurpar el uso de la marca asiática. El concesionario terminó dando un paso atrás.
"Nosotros no importamos vehículos de la marca Nissan", respondió el 2 de julio de 2013 en un comunicado en el que se presentaban con nuevo rostro: "Somos un concesionario multimarcas y no tenemos exclusividad con ninguna, ya que nuestro norte es brindar un buen servicio, ubicando y vendiendo vehículos".
El Concesionario La Venezolana, de cualquier modo, ya había empezado a ofrecer carros de marcas como Toyota, Chevrolet y Ford en "una gran feria automotriz", celebrada el 1 de junio de 2013 en la que fue su primera sede, ubicada en la Zona Industrial Las Minas, en el kilómetro 14 de la carretera Panamericana.
En septiembre la empresa sorprendió nuevamente al promocionarse como "agente autorizado" de la marca china Hawtai. La oferta desapareció rápidamente del catálogo y en octubre fue reemplazada por otros carros chinos de las marcas Zotye, Brilliance y Kawei. Llegaron, incluso, a decir que estaban en capacidad de proveer al mercado 60 mil unidades anuales.
Enroques tras bastidores 
Si la oferta comercial de Concesionario La Venezolana varió en pocas semanas, también ocurrió algo similar en el registro de la compañía. Tras bastidores la junta directiva sufrió enroques, entradas y salidas de nombres.
Dos meses después de su fundación pasó de los 300 mil bolívares originales a 2 millones, que entraron junto a un nuevo socio: el abogado Ronald Edison Mayz Rangel, quien anteriormente se desempeñó como secretario del Tribunal Penal Tercero de Control del Estado Sucre.
La participación de Mayz Rangel en el negocio de La Venezolana sólo duró una semana. El 6 de mayo fue designado como presidente y siete días después salió de la sociedad, quedando los socios fundadores con Angelis Gibelli Quiroz Gutiérrez, de 25 años.
Con ella el capital se multiplicó 10 veces para alcanzar los 20 millones de bolívares. De eso quedó constancia en el Registro Mercantil Tercero del Área Metropolitana de Caracas y el Estado Miranda, a donde los socios volvieron en septiembre para informar que el joven de la Misión Sucre salía al mismo tiempo que asentaban un capital de 100 millones de bolívares.
El negocio iba bien. Se mudaron al kilómetro 9 de la carretera Panamericana y seguían ganando clientes que dejaban una inicial de al menos 30% del precio de los vehículos. El 14 de noviembre la junta directiva recibió como presidente y socio mayoritario a Jhon Wilmer Quiroz Fonnegro, el mismo que el pasado 20 de mayo abandonó sorpresivamente el salón principal de The Hotel, tras leer un comunicado ante los medios de comunicación para desmentir las denuncias por estafa. "Quiero destacar que tengo 20 contenedores en La Guaira, actualmente, próximo barco a llegar a Puerto Cabello y otros dos barcos adicionales llegando a Venezuela", agregó.
Carros chinos pero de Colombia 
Los famosos carros chinos no terminaban de llegar. La Venezolana fungía como "concesionario exclusivo" de las marcas Zotye, Brilliance y Kawei aún antes de haber firmado unos acuerdos comerciales que fueron filtrados desde la misma empresa para este trabajo.
Esos papeles revelan que el convenio con Brilliance se cerró el 1 de noviembre de 2013; el pacto con Zotye se selló el 21 de octubre y con Kawei el 18 de octubre. Todos después del aviso del 2 de octubre en el que anunciaban unos autos con precios que oscilaban entre 198 mil y 398 mil bolívares como abreboca del "Auto Market", que el año pasado se celebró en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco (CCCT) entre el 26 de octubre y el 3 de noviembre.
La avalancha de clientes fue tal que, al estilo de una farmacia o carnicería, había que pedir número y hacer cola para ser atendido en el stand de La Venezolana. La gente reservaba sus modelos sin saber que esos eran los únicos carros y que habían llegado a esa exhibición rodando desde Colombia bajo régimen turístico porque la empresa no tenía licencias para importarlos.
Esta práctica se mantuvo hasta el anuncio de la intervención por parte del Gobierno nacional. Hebert García Plaza, jefe del Órgano Superior de la Economía, destacó el pasado 17 de mayo entre las irregularidades que los carros exhibidos en el local de la carretera Panamericana y en el establecimiento de Valencia, recién inaugurado el 2 de abril de 2014, entraron al país con régimen turístico.
En la onda cívico-militar 
La empresa no le temía al ruido. Por el contrario, a medida que fue ganando terreno participó en más eventos. El pasado 14 de marzo estuvo en una "jornada cívico-militar" celebrada en las instalaciones del Círculo Militar, en la que varios miembros de las fuerzas armadas cayeron entre los 5.956 clientes que el Gobierno cuenta entre los afectados.
El mes pasado el concesionario destacó como uno de los patrocinadores de los Juegos Suramericanos de Playa del estado Vargas, organizados por la Gobernación de esa entidad y el Ministerio del Deporte.
En muchos de sus comunicados la empresa se manifestó a favor del Gobierno nacional y desafió a las automotrices tradicionales. "Ya nuestra primera flota se encuentra navegando las aguas del Pacífico rumbo al mar Caribe, a pesar de los cobardes ataques en nuestra contra de los carteles de la industria automotriz, que insisten en ser actores de la desestabilización política y económica en contra del legítimo Gobierno nacional, encabezado por el presidente Nicolás Maduro Moros", señaló el 5 de marzo.
"Estamos convencidos que no podrán con la fuerza heredada de uno de los mayores líderes que ha conocido la historia contemporánea de nuestra nación, el legado del Comandante Presidente Hugo Chávez", sentenciaron en el mismo escrito.
Rodeados de estrellas 
Algo debió salir mal en este negocio: apenas dos meses atrás, el concesionario La Venezolana cambió su domicilio principal al Centro Empresarial Metrosur de Valencia. Incluso registró una tercera sucursal en la misma dirección de un local Hyundai que -tras la crisis del sector automotriz- bajó la santamaría en la sede que ostentaba en la avenida Francisco de Miranda a la altura de Los Palos Grandes.
A contracorriente de la mayoría de los concesionarios del país, el de La Panamericana había logrado crecer y expandir sus negocios en tiempos de vacas flacas. En septiembre del año pasado, los mismos socios registraron otras empresas como el restaurante El Padrazo, cuyos eventos llegaron a tener eco en todos los Altos Mirandinos luego de que llevaran hasta el mismísimo Oscar D'León a su local del Centro Comercial La Casona.
También Karina, Guillermo Dávila y Oscarcito. Desde la entrada hoy solo se ve una pecera y un cartel pegado en la puerta que dice "cerrado por inventario". Ni en ese ni en ninguno de los otros negocios de sus accionistas hay quien de pistas de lo que pasó con Concesionario La Venezolana. Tampoco hay quién cuente cómo multiplicaron su capital más de 300 veces en seis meses. En la dulcería Pink Cake Lui's -conocida por los domingos de taebo, aerobics y bailoterapia que llegaron a organizar también en el Centro Comercial La Casona- señalan que no saben nada de sus dueños.
El alto perfil de la compañía ha terminado. En su página web aun queda una galería de fotos que recuerdan el momento en que su vicepresidente, José Ramón Briceño Hedderich, cerró en China los acuerdos comerciales que les permitirían importar los miles de vehículos que prometieron, pero que nunca llegaron a una Venezuela en la que también escasean carros.

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