domingo, 21 de febrero de 2010

Entrevista: Aníbal Romero, Politólogo A este gobierno se le cae el piso por sus torpezas y disparates

  • "Pero a pesar de todo eso hay una resistencia cívica con posibilidades de llevar el país por un camino de recuperación. "
  • "seguir resistiendo cívicamente y concientizar a esa parte del país que ya empieza a decepcionarse de Chávez"
  • Esos nuevos diputados enfrentarán un desafío personal y político de creciente gravedad. Y allí se probarán su liderazgo y convicciones.
EL UNIVERSAL 21/02/10
Entrevista / Aníbal Romero, Politólogo
"A este gobierno se le cae el piso por sus torpezas y disparates"
"La lucha debe ser de resistencia cívica y dirigida a concientizar a los chavistas decepcionados"
Aníbal Romero cree que la preocupación por el desenlace del proceso venezolano entorpece la lucha por la recuperación democrática del país (Vicente Correale)
Ni guerra civil ni castrismo
Luego de 35 años de vida académica, Aníbal Romero se planta en el bando de los optimistas a partir de lo que denomina los tres pecados capitales de Chávez, a su juicio la causa del declive de la formidable maquinaria de poder que en un momento contó con 92% de apoyo popular:
"El primero es la subordinación a la Cuba castrista, con lo cual humilló la soberanía nacional.
El segundo, distorsionar la historia del país, de manera que lo único rescatable es parte de las guerras de Independencia y Federal. Lo demás es basura, incluyendo la Cuarta República, período en el cual avanzamos de manera extraordinaria, al punto que todavía vive de esa renta: el Teresa Carreño, la represa del Guri y el puente sobre el Lago, que se le están cayendo de las manos.
El tercero es la siembra deliberada del odio entre los venezolanos y, sin ánimo de irrespetarla, cito a la señora Lina Ron, quien desata una ira incontenible, irracional e insensata contra la mitad de sus compatriotas, siguiendo los lineamientos de quien llama su comandante en jefe. Ahí tienes el rostro de la guerra civil asomándose, así como la del comunismo, con la visita de ese carnicero llamado Ramiro Valdés.

Pero Aníbal ya cruzó los Alpes de su andadura intelectual y se dispone a celebrarlo con la edición y presentación (el 10 de marzo), en tres magníficos tomos editados por la editorial Equinoccio, de la USB, de sus obras selectas, compendio de las áreas que han ocupado su atenta mirada de investigador: Sobre Historia y poder (Estudio de Filosofía Política); La miseria del populismo (Historia y política de Venezuela) y Tiempos de conflicto (Estudios de estrategia y relaciones internacio- nales).

-¿Desde qué perspectiva del pensamiento orientas la investigación en tu obra?

-El enfoque es de exploración y aventura intelectual, búsqueda sin prejuicios y rechazo al dogmatismo. En materia de filosofía política mis grandes maestros han sido Hobbes y Maquiavelo, lo cual implica un enfoque realista de la política. Sin ilusiones pero sin desesperanza.

-El sometimiento al Estado, algo que no es muy democrático.

-Hobbes vivió en la época del absolutismo y de las guerras civiles y Maquiavelo, quien era republicano, sufrió la ocupación de su país por fuerzas extranjeras. Entonces es difícil exigirles un enfoque muy liberal de la política. La enseñanza fundamental de ambos es que en circunstancias críticas el orden debe combinarse con la estabilidad y la búsqueda de la seguridad.

-¿No es ese el caso de la Venezuela actual?

-La paradoja venezolana es que por un lado tenemos a un personaje, que es el principal generador de inseguridad y desorden y por el otro es el creador de un presunto orden. Eso suscita tensiones, contradicciones e incertidumbre. El llamado proyecto revolucionario marxista tiene su contrapartida en un capitalismo salvaje basado en la expropiación, corrupción y el enriquecimiento súbito basado en la conexión con el poder. Es un caso singular desde el punto de vista de la sociología política.

-¿No le resulta útil a Chávez esa dualidad para mantenerse en el poder?

-Creo que hay una percepción equivocada, tanto en el Gobierno como en la oposición. El primero cree que tiene cercada a la segunda, pero en realidad se le está cayendo el piso por su torpeza, errores y disparates. Por otro lado la oposición se siente cercada y pierde de vista el enorme esfuerzo realizado para defender la libertad en los últimos once años.

-¿Un esfuerzo realizado por quién? ¿Por la sociedad civil, por los partidos o por sus dirigentes?

-Por todos ellos, más otros factores como la Iglesia, los medios, el movimiento estudiantil, la intelectualidad. Creo que la oposición no valora adecuadamente el significado de esa resistencia ante una embestida que tenía a su favor el engaño de Chávez y el autoengaño de muchos que hoy se rasgan las vestiduras, pero que en su momento facilitaron su llegada al poder. Luego está el poder económico de un gobierno que destruyó los partidos democráticos y generó el desconcierto de la sociedad al descubrir ésta el verdadero rumbo que llevaba. Pero a pesar de todo eso hay una resistencia cívica con posibilidades de llevar el país por un camino de recuperación.

-Hay quien afirma que al Gobierno se le está cayendo el piso, como tú dices, no por la resistencia de la oposición, sino por sus propios errores.

-Ambos factores juegan un papel. Pero no se debe subestimar una resistencia cívica planteada en las más desventajosas condiciones. El Gobierno ha tenido importante apoyo popular, América Latina no nos ha tendido la mano y el mundo democrático europeo y el norteamericano reaccionaron muy tarde. Mientras tanto, nosotros nos hemos caracterizado por nuestro desconcierto, desorganización, fragmentación, perplejidad y hasta un miedo justificado en no pocas ocasiones. Y a pesar de eso el legado de 40 años de convivencia democrática, más la voluntad de las nuevas generaciones, ha permitido que la lucha continúe y el Gobierno se sienta tan debilitado que recurra cada vez más a la fuerza y a la violencia.

-En un libro, , Domingo Alberto Rangel le plantea a Ramón Hernández que cuando la dirigencia del MIR le planteó al Che Guevara la lucha armada para derrocar a Rómulo Betancourt, aquél les dijo que estaban condenados al fracaso porque los venezolanos tenían una fe irrenunciable en la democracia representativa, apenas insinuándose en aquel momento. Si eso era así en 1960, ¿cómo puede ser ahora? El suicidio de la izquierda

-El Che Guevara no se equivocó y el consejo de Fidel Castro pareciera ser que no vaya demasiado lejos ni tan rápido porque va a provocar la erosión de su poder. El problema es que la incompetencia, las obsesiones ideológicas de Chávez y la corrupción han acelerado el deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos. Chávez es un boxeador que aún está solo en el ring y a quien se le está fragmentado la lona bajo sus pies. Y eso será peor cada día.

-¿En la misma medida en que pierde apoyo y pretende mantenerse en el poder, no le queda, como única opción, el uso de la fuerza?

-La verdad es que no sabemos cuál será el desenlace. Sólo sabemos qué debemos hacer: seguir resistiendo cívicamente y concientizar a esa parte del país que ya empieza a decepcionarse de Chávez, pero que aún no encuentra respuestas convincentes en la oposición. El reto es reconstituir la república civil, en la cual el elemento militar ocupe el papel subordinado que le corresponde. Se trata de algo muy complejo porque este es un gobierno que ha sobrecargado y sobreextendido a los militares, ha corrompido a no pocos de ellos y los va a dejar en una posición de desprestigio frente al resto de la sociedad.

-¿No es imposible civilizar al país y reconstituir la República sin los militares, cuyo poder pretendemos devolver a su ámbito natural?

-No lo sabemos. Todos los indicios sugieren que Chávez no permitirá cambios en el poder por medios pacíficos. Pero nuestra lucha es de carácter cívico y animada por una convicción moral. Ahora, que finalmente se produzcan eventos violentos para lograr que un hombre con su legitimidad perdida lo acepte, quizás.

-¿Es posible inducir cambios políticos profundos desde la Asamblea Nacional?

-La respuesta, en general, es sí. Pero la lucha política, como parte de la resistencia cívica, es un medio (no un fin) para lograr que la mayoría del país produzca un cambio en la reconstitución de la República. Todo esto pasa, además, por el surgimiento de otros liderazgos, como el de María Corina Machado, quien, para empezar, es mujer, de las nuevas generaciones y comenzó su camino en la vida pública desde una organización dedicada a la lucha por la transparencia electoral.

-Si la oposición le arrebata al chavismo los dos tercios del Parlamento, ¿sería posible recuperar el equilibrio de poderes, restituir la función contralora de la Asamblea y tenderle a Chávez un cerco democrático que lo coloque en su sitio?

-La ingenuidad no es una de mis virtudes, pero no sabemos qué va a pasar en una situación donde las sorpresas están a la orden del día. Concentrarnos en vislumbrar cómo serán los desenlaces dificulta el empuje de la lucha. Y a quienes dicen que Chávez no se va sino a plomo limpio, habría que preguntarles: ¿qué sugieren? ¿Irnos a la montaña y montar una guerrilla? ¿O pedirles a los militares que lo tumben? ¿Es ese el papel de un luchador democrático? Si no somos capaces de equilibrar el pragmatismo político con una postura ética que les transmita a los ni ni e incluso a los chavistas la esperanza de una república incluyente, solidaria y en paz, entonces ¿para qué luchar?

Roberto Giusti
EL UNIVERSAL

Ni guerra civil ni castrismo
"No podemos caer en la trampa de creer que las alternativas para Venezuela se limitan a la guerra civil o al comunismo castrista. Nuestro deber ético es buscar una opción diferente. La guerra civil sería una tragedia inconmensurable y el comunismo castrista una pesadilla horrenda. Por tanto ambas deben ser desechadas por quien crea en la democracia y en la libertad.

-Una buena porción del país sigue creyendo en Chávez.

-La toma de conciencia de la verdadera naturaleza del régimen ha sido labrada a través de la lucha y todavía queda un trecho por recorrer. No deja de ser decepcionante, y en ocasiones indignante, que un sector importante de la población apoye todavía a un hombre que ha entregado la soberanía a Fidel Castro, que ha llenado el país de cubanos y permitido que nuestras notarías, registros, servicios de seguridad interna y las Fuerzas Armadas, entre otras instituciones, estén controladas por cubanos. Entonces uno se pregunta si es que el pueblo venezolano perdió su dignidad y su orgullo. La respuesta es no. En parte ignora esa situación, en parte la vida cotidiana, que le hace demasiadas exigencias, no le permite analizar bien el asunto y en parte no ha tomado conciencia. No me sorprende, tampoco, que algunos aspirantes a cargos de representación popular, en la oposición, no entiendan, en su verdadera dimensión, las dificultades que se interponen en el camino para lograr un relevo de poder en Venezuela. Esos nuevos diputados enfrentarán un desafío personal y político de creciente gravedad. Y allí se probarán su liderazgo y convicciones.

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