Cansar, aburrir, indignar
Espero que lo lea Borges y Rojas Suarez razon por la que perdimos Bolivar.
EL NACIONAL - SÁBADO 30 DE MAYO DE 2009
NACIÓN/4
Nación
El Método del Discurso
Cansar, aburrir, indignar
FAUSTO MASÓ (* )
fausto.maso@ gmail.com
Sin quererlo, el presidente Hugo Chávez obligará a la oposición venezolana a
forjar una unidad de hierro y abrirá la puerta al resurgimiento del
bipartidismo, o a una gran alianza política.
Esto no ocurrirá si la oposición se comportase como si se resignara a ser siempre minoría, en vez de transformarse en mayoría, como ya lo logró en las principales ciudades de Venezuela.
Desde 1999, el presidente Chávez sólo entiende en política el lenguaje del poder.
Cierra Radio Caracas Televisión, después de insistir en su desprecio ante todas las condenas internacionales, pero sigue tomando en cuenta la opinión de Brasil y, en menor grado, la de Argentina.
Ha perdido terreno internacionalmente, porque el presidente Barak Obama le movió el piso y porque la crisis financiera obliga a Nicaragua y a Ecuador a volver los ojos hacia la comunidad internacional. Nicaragua obtiene 25 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.
Brasil recibe un crédito de 40.000 millones de dólares.
El presidente Chávez cuida una legitimidad electoral, cambiará la legislación electoral apostando a que la oposición nunca se unirá ni se convertirá en mayoría; y en que ocurrirá como el pasado noviembre, cuando el Partido Socialista Unido de Venezuela obtuvo el doble de número de alcaldías que le correspondían. El tiro le puede salir por la culata.
Conviene denunciar las arbitrariedades de la ley electoral, poner en evidencia la escandalosa parcialidad del Consejo Nacional Electoral, acudir a los tribunales o a las instancias internacionales, pero a la postre sólo una unidad de hierro, una mayoría franca, cambiará las reglas del juego. Y esto requiere dirigir el discurso a los más pobres.
La nueva ley electoral acabará con la representació n de las minorías, con Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, porque el número de asambleístas electos por lista no dependerá de la cantidad de asambleístas que hayan sido electores en votación nominal. La organización mayoritaria arrasará tanto en la votación por nombre y apellido como en las listas.
Si se lograra esa unidad perfecta, las próximas elecciones legislativas señalarían el fin del chavismo, a menos que a última hora Chávez modificara el sistema electoral o no celebrara elecciones, ambas cosas posibles.
¿Surge la gran pregunta: Chávez aceptará la derrota electoral? Veremos, pero ya en Caracas, Carabobo, Nueva Esparta y Zulia, los hechos se impusieron.
Por todo esto, el presidente Chávez está perdiendo el gusto por las elecciones y por los referendos, pretende jugar con las fechas de las celebraciones de consultas electorales.
Todas estas trampas funcionan a veces como un boomerang. Si ocurriera el milagro de que la oposición forjara una unidad perfecta en los estados más poblados, ganaría el 90% de los puestos en la Asamblea, a pesar de que sólo obtuviera el 52% de los votos. Todo depende de que la frustración por las manipulaciones electorales no genere abstencionismo.
Por ahora, todavía a Chávez le conviene cuidar sus relaciones internacionales. Bravuconea cuando amenaza con irse de la Organización de Estados Americanos, o quiere que impongan un bloqueo a Venezuela. No hay rasgos de heroísmo en la revolución bolivariana, sino todo lo contrario, una gran capacidad histriónica. No cesa de aparecer en televisión. Quizá esté cometiendo un error, el más definitivo de su carrera política: cansar, aburrir e indignar, como ocurrirá cuando cierre Globovisión.
EL NACIONAL - SÁBADO 30 DE MAYO DE 2009
NACIÓN/4
Nación
El Método del Discurso
Cansar, aburrir, indignar
FAUSTO MASÓ (* )
fausto.maso@ gmail.com
Sin quererlo, el presidente Hugo Chávez obligará a la oposición venezolana a
forjar una unidad de hierro y abrirá la puerta al resurgimiento del
bipartidismo, o a una gran alianza política.
Esto no ocurrirá si la oposición se comportase como si se resignara a ser siempre minoría, en vez de transformarse en mayoría, como ya lo logró en las principales ciudades de Venezuela.
Desde 1999, el presidente Chávez sólo entiende en política el lenguaje del poder.
Cierra Radio Caracas Televisión, después de insistir en su desprecio ante todas las condenas internacionales, pero sigue tomando en cuenta la opinión de Brasil y, en menor grado, la de Argentina.
Ha perdido terreno internacionalmente, porque el presidente Barak Obama le movió el piso y porque la crisis financiera obliga a Nicaragua y a Ecuador a volver los ojos hacia la comunidad internacional. Nicaragua obtiene 25 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.
Brasil recibe un crédito de 40.000 millones de dólares.
El presidente Chávez cuida una legitimidad electoral, cambiará la legislación electoral apostando a que la oposición nunca se unirá ni se convertirá en mayoría; y en que ocurrirá como el pasado noviembre, cuando el Partido Socialista Unido de Venezuela obtuvo el doble de número de alcaldías que le correspondían. El tiro le puede salir por la culata.
Conviene denunciar las arbitrariedades de la ley electoral, poner en evidencia la escandalosa parcialidad del Consejo Nacional Electoral, acudir a los tribunales o a las instancias internacionales, pero a la postre sólo una unidad de hierro, una mayoría franca, cambiará las reglas del juego. Y esto requiere dirigir el discurso a los más pobres.
La nueva ley electoral acabará con la representació n de las minorías, con Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, porque el número de asambleístas electos por lista no dependerá de la cantidad de asambleístas que hayan sido electores en votación nominal. La organización mayoritaria arrasará tanto en la votación por nombre y apellido como en las listas.
Si se lograra esa unidad perfecta, las próximas elecciones legislativas señalarían el fin del chavismo, a menos que a última hora Chávez modificara el sistema electoral o no celebrara elecciones, ambas cosas posibles.
¿Surge la gran pregunta: Chávez aceptará la derrota electoral? Veremos, pero ya en Caracas, Carabobo, Nueva Esparta y Zulia, los hechos se impusieron.
Por todo esto, el presidente Chávez está perdiendo el gusto por las elecciones y por los referendos, pretende jugar con las fechas de las celebraciones de consultas electorales.
Todas estas trampas funcionan a veces como un boomerang. Si ocurriera el milagro de que la oposición forjara una unidad perfecta en los estados más poblados, ganaría el 90% de los puestos en la Asamblea, a pesar de que sólo obtuviera el 52% de los votos. Todo depende de que la frustración por las manipulaciones electorales no genere abstencionismo.
Por ahora, todavía a Chávez le conviene cuidar sus relaciones internacionales. Bravuconea cuando amenaza con irse de la Organización de Estados Americanos, o quiere que impongan un bloqueo a Venezuela. No hay rasgos de heroísmo en la revolución bolivariana, sino todo lo contrario, una gran capacidad histriónica. No cesa de aparecer en televisión. Quizá esté cometiendo un error, el más definitivo de su carrera política: cansar, aburrir e indignar, como ocurrirá cuando cierre Globovisión.
Etiquetas: Hugo Chavez, Venezuela
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