Hugo Chávez honra a un narcoterrorista
Sin embargo, la clave principal para comprender a Chávez pasa por entender que la muerte de Raúl Reyes representa un golpe devastador a su despropósito de dividir a Colombia para lo cual Reyes era un aliado indispensable
vdebate reporterHugo Chávez honra a un narcoterrorista
OPINIÓN - 03/05/2008
Diego E. Arria
“Un minuto de silencio como tributo a la memoria del camarada y auténtico revolucionario Raúl Reyes, asesinado por el mafioso, y criminal lacayo del imperio norteamericano, el presidente Uribe de Colombia”.
Así bramó el Presidente venezolano al enterarse que el jefe efectivo de las FARC, la principal organización narcoterrorista de América Latina, había sido abatido en territorio ecuatoriano.
¿Por qué Hugo Chávez rinde tributo a un narcoterrorista, moviliza diez batallones y tanques a la frontera colombiana, amenaza a Uribe—“si se mete aquí le mando los Sukhoi” (aviones rusos)—y admite la existencia de campamentos de las FARC en Venezuela?
Sólo puede explicarlo el estado de desestabilización política y emocional en que se encuentra Hugo Chávez desde que fue derrotado en el referéndum del 2 de diciembre, cuando pretendió convertirse en presidente a perpetuidad. Este descolocamiento lo lleva a buscar a cualquier precio una causa para distraer la atención de los venezolanos que sufren la escasez de alimentos, la inseguridad, y la inflación empobrecedora.
Sin embargo, la clave principal para comprender a Chávez pasa por entender que la muerte de Raúl Reyes representa un golpe devastador a su despropósito de dividir a Colombia para lo cual Reyes era un aliado indispensable. En efecto, las informaciones encontradas en computadoras localizadas en el campamento de las FARC confirman públicamente la relación entre Chávez y las FARC, a la cual habría entregado 300 millones de dólares y armamento. En este contexto de cooperación, Ecuador había enviado a su ministro de seguridad para ofrecer a las FARC ubicar efectivos militares ecuatorianos “amistosos” en su refugio.
Evidentemente, ni a Correa ni a Chávez les preocupaba la violación de sus “sagradas soberanías”, siempre que fuese por narcoterroristas. Tampoco quebrantar la Convención Interamericana contra el Terrorismo, ratificada por ambos países, ni las Resoluciones 1368 y 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU vinculantes para todos los Estados, que legitiman la actuación militar contra el Estado protector de terroristas, criminalizan el dar refugio y permitir la circulación de terroristas; y utilizar un territorio para actuar en contra de otros Estados y financiar a terroristas
El pleito con Colombia es de Hugo Chávez, aliado confeso de las FARC. No de Venezuela. Ni de las fuerzas armadas que no lo acompañaran, como no lo hicieron cuando intentó desconocer su derrota en el referéndum. Que Chávez rinda tributo al narcoterrorista colombiano responsable por la muerte de miles de inocentes, incluso de venezolanos, y por mantener en condiciones inhumanas a 700 rehenes es simplemente repugnante. Su insolente agresividad verbal aumenta conforme incrementan los precios del petróleo, se acorta su permanencia en el poder, y declina su apoyo popular. Igual ruta sigue el Presidente Rafael Correa, quien para no parecer como el Cachorro de Chávez (El Tiempo de Bogotá) calificó al presidente Uribe de psicópata y cínico y rompió relaciones diplomáticas con Colombia.
Colombia seguramente argumentará su derecho a la legítima defensa reconocido en la Carta de las Naciones Unidas, y presentará ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) pruebas de la cooperación entre los presidentes de Venezuela y del Ecuador con las FARC. En tal foro, sus gobiernos tendrán mucho que explicar, al tiempo que Colombia deberá presentar las excusas que exige y merece el gobierno del Ecuador, al igual que asumir las indemnizaciones que correspondan.
Diego E. Arria es el ex embajador de Venezuela ante la ONU.
“Un minuto de silencio como tributo a la memoria del camarada y auténtico revolucionario Raúl Reyes, asesinado por el mafioso, y criminal lacayo del imperio norteamericano, el presidente Uribe de Colombia”.
Así bramó el Presidente venezolano al enterarse que el jefe efectivo de las FARC, la principal organización narcoterrorista de América Latina, había sido abatido en territorio ecuatoriano.
¿Por qué Hugo Chávez rinde tributo a un narcoterrorista, moviliza diez batallones y tanques a la frontera colombiana, amenaza a Uribe—“si se mete aquí le mando los Sukhoi” (aviones rusos)—y admite la existencia de campamentos de las FARC en Venezuela?
Sólo puede explicarlo el estado de desestabilización política y emocional en que se encuentra Hugo Chávez desde que fue derrotado en el referéndum del 2 de diciembre, cuando pretendió convertirse en presidente a perpetuidad. Este descolocamiento lo lleva a buscar a cualquier precio una causa para distraer la atención de los venezolanos que sufren la escasez de alimentos, la inseguridad, y la inflación empobrecedora.
Sin embargo, la clave principal para comprender a Chávez pasa por entender que la muerte de Raúl Reyes representa un golpe devastador a su despropósito de dividir a Colombia para lo cual Reyes era un aliado indispensable. En efecto, las informaciones encontradas en computadoras localizadas en el campamento de las FARC confirman públicamente la relación entre Chávez y las FARC, a la cual habría entregado 300 millones de dólares y armamento. En este contexto de cooperación, Ecuador había enviado a su ministro de seguridad para ofrecer a las FARC ubicar efectivos militares ecuatorianos “amistosos” en su refugio.
Evidentemente, ni a Correa ni a Chávez les preocupaba la violación de sus “sagradas soberanías”, siempre que fuese por narcoterroristas. Tampoco quebrantar la Convención Interamericana contra el Terrorismo, ratificada por ambos países, ni las Resoluciones 1368 y 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU vinculantes para todos los Estados, que legitiman la actuación militar contra el Estado protector de terroristas, criminalizan el dar refugio y permitir la circulación de terroristas; y utilizar un territorio para actuar en contra de otros Estados y financiar a terroristas
El pleito con Colombia es de Hugo Chávez, aliado confeso de las FARC. No de Venezuela. Ni de las fuerzas armadas que no lo acompañaran, como no lo hicieron cuando intentó desconocer su derrota en el referéndum. Que Chávez rinda tributo al narcoterrorista colombiano responsable por la muerte de miles de inocentes, incluso de venezolanos, y por mantener en condiciones inhumanas a 700 rehenes es simplemente repugnante. Su insolente agresividad verbal aumenta conforme incrementan los precios del petróleo, se acorta su permanencia en el poder, y declina su apoyo popular. Igual ruta sigue el Presidente Rafael Correa, quien para no parecer como el Cachorro de Chávez (El Tiempo de Bogotá) calificó al presidente Uribe de psicópata y cínico y rompió relaciones diplomáticas con Colombia.
Colombia seguramente argumentará su derecho a la legítima defensa reconocido en la Carta de las Naciones Unidas, y presentará ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) pruebas de la cooperación entre los presidentes de Venezuela y del Ecuador con las FARC. En tal foro, sus gobiernos tendrán mucho que explicar, al tiempo que Colombia deberá presentar las excusas que exige y merece el gobierno del Ecuador, al igual que asumir las indemnizaciones que correspondan.
Diego E. Arria es el ex embajador de Venezuela ante la ONU.
Etiquetas: Colombia, Diego Arria, Ecuador, FARC, Venezuela
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