martes, 12 de febrero de 2008

Crece el descontento popular con Chávez

Crece el descontento popular con Chávez

La opinión pública le reprocha que no tome en cuenta problemas de la
gente, como el auge de los delitos y la falta de alimentos


Domingo 10 de febrero de 2008
CARACAS.- Esta debería ser una de las mejores épocas para Venezuela, bendecida por las mayores reservas de petróleo fuera de Medio Oriente, y con los precios del hidrocarburo en un nivel récord. Pero los problemas sociales y económicos del país se han hecho tan agudos últimamente que el presidente Hugo Chávez debe enfrentar una inusual arremetida de críticas, incluso de sus propios partidarios.

En un extraño giro de la situación, parecen ser los opositores de Chávez quienes tienen viento a favor, mientras revierten su política de abstención y preparan docenas de candidatos para las cruciales elecciones regionales. Chávez está cada vez más a la defensiva, ya que, según una visión cada vez más generalizada, sus intentos de conducir a Venezuela hacia el socialismo no toman en cuenta la creciente preocupación por el auge de los delitos violentos y la escasez de alimentos básicos.

"El chavismo es más vulnerable", dijo Steve Ellner, politicólogo de la Universidad de Oriente, en el este de Venezuela. "Eso abre grandes oportunidades para que la oposición erosione el poder y la influencia de Chávez con grandes triunfos en las elecciones de fin de año", agregó.

Aunque Chávez sigue siendo la figura política más poderosa de Venezuela, su autoridad, antes incuestionable, está mostrando signos de erosión y aparecen pintadas en la capital con la leyenda "Diosdado presidente", una demostración de apoyo a una posible candidatura presidencial de Diosdado Cabello, un partidario de Chávez y gobernador del populoso estado de Miranda.

Mientras tanto, el miedo a la devaluación de la nueva moneda, llamada "bolívar fuerte", alienta la fuga de capitales. La inflación fue del 3% en enero, el nivel mensual más alto en la última década. De hecho, algunos economistas ven una crisis económica en desarrollo, que arde a fuego lento en un país vigorizado por los ingresos procedentes del petróleo. Pero este año, el décimo de Chávez en el poder, ya no le resulta fácil achacar el malestar a los gobiernos anteriores.

Esto es especialmente cierto en las zonas pobres, cuyos votantes no apoyaron al presidente en el referéndum de diciembre. La votación hubiera otorgado más poder a Chávez, que aún debe recuperarse de la derrota electoral.

"No consigo legumbres, arroz, café ni leche", dijo Mirna de Campos, una asistente de enfermería de 56 años que vive en el sórdido barrio de Los Teques, en Caracas. "Lo que sí se consigue es whisky... en cantidad".

El contraste entre el lenguaje revolucionario y el consumo de productos de lujo importados destinados a los miembros de una nueva elite conocida como la "burguesía bolivariana", ha conducido al cuestionamiento de las prioridades del chavismo. Al respecto, Pedro E. Piñate, consultor agropecuario, dijo: "Vivimos en dos países: uno,
habitado por funcionarios que creen poder cambiar la realidad mandando a los soldados a intimidar a los ciudadanos, y el otro, donde el resto de nosotros vivimos con miedo de que nos maten, nos secuestren o se apoderen de nuestro trabajo".

Este miedo se refleja en una estadística cuya publicación en Venezuela es ilegal: el valor en el mercado negro del "bolívar fuerte" ronda los 5,2 por dólar, menos de la mitad de su valor oficial, que es 2,15 por dólar.

Ministro con dengue

En otros problemas locales, el enfoque de Chávez ha sido igualmente errático. Después del reciente brote de dengue, que llegó a infectar al ministro de Cultura, Francisco Sesto, el presidente, en vez de activar y corregir el sistema de salud pública, pidió que se investigara el rumor de que la enfermedad había sido alterada para lograr una cepa más virulenta como parte de un ataque contra Venezuela lanzado por enemigos no identificados.

Chávez tampoco ha abandonado su intención de estrechar vínculos con líderes afines del exterior. Ello se está convirtiendo en una causa de resentimiento para todos los que han sido dejados fuera del boom petrolero. "Veo que Chávez no deja de viajar, y el dinero termina en alguna otra parte", dijo Jesús Camacho, un cafetero de 29 años.
Camacho agregó que siempre votó por Chávez, pero que últimamente perdió la fe en la política. "Esta situación no la arreglará ningún hombre sino Dios", dijo.

Por Simon Romero
De The New York Times

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