viernes, 4 de enero de 2008

Criticas a Chavez - Segunda perdida.

De nuevo Chavez, tan engreido penso que las tenia todo de su parte y monto este show con sus amigos de la FARC......... desgraciadamente para los familiares de las victimas volvio a perder. Tambien es importante que el mundo se de cuenta de lo inhumano trabajo de la FARC, y que se puede esperar de unos narcotraficantes-terroristas?
vdebate reporter
“Chávez quedó con el telón abajo, víctima de su estratagema, montada para culpar a Colombia y a Uribe”. El ex-Ministro, en una columna en “El Tiempo”, fustiga a Chávez por jugar con el dolor de los familiares. También el editorial de La Nación censura a Chávez.
Esta es su columna en “El Tiempo”:
Reconocemos la audacia y el talento con que se aceptó la propuesta de Chávez, con aceptación pura y simple, en cuestión de minutos, para liberar tres de los cautivos de las Farc. Fue una réplica fulminante, una jugada maestra que pudo salir muy mal y salió espléndida. Suele ser así con las jugadas maestras.
Venezuela no tendría un solo motivo de queja ni una razón para inventarla. Podía entrar, como entraron, todos los helicópteros que pidió, con emblemas o sin emblemas de la Cruz Roja. Podía disponer de combustible, pasearse a sus anchas por cualquier punto de nuestra geografía, comunicarse como le pareciera con sus amigos secuestradores, crecer o reducir el grupo de los observadores internacionales. Nada le quedaba restringido, nada prohibido, nada limitado. En suma, todo lo contrario de lo que imaginaba el histrión mayor cuando propuso semejante enormidad. Era tan agresiva su postura, tan descomedida, tan humillante, que jamás sería aceptada. Y lo fue. No quedaba espacio sino para el éxito fulgurante o para el ridículo. Por desventura ganó lo segundo. El tahúr quedó atrapado en sus propias mallas para incautos.

Imaginamos las consultas que se hicieron en esa batalla contra el tiempo. Y suponemos, con argumentos cada vez más sólidos, que el general Freddy Padilla fue personaje clave en ese proceso. Pero seguro de sus cartas, y de que el fin del fin es mucho más que una frase, diría que asumía todos los riesgos de que la estratagema se usare contra el interés nacional. Porque Chávez sonaba convencido de lo que hacía y que no le daba margen de duda a la calidad de los contactos que con la guerrilla tenía su inefable Rodríguez Chacín. Y contra lo que todos esperaban, en el póquer tenían los jugadores un modesto par de sietes.

Para no pensar enteramente mal, creamos que también fueron timados por las Farc, o por cualquiera de sus grupos, que se alzaron con la buena cantidad de dólares que la operación costaría, pagaderos, claro está, por adelantado y a entera satisfacción de los receptores. En la mitad de la trama, y comprometidos ante los ojos del mundo, no los salvaría de aquel colosal ridículo sino un error de Colombia. Una palabra inadecuada. Un gesto dudoso. Una actitud incierta. Y nada. Colombia fue impecable en su trato. Transparente y resuelta, aun sabiendo el costo político que tendría el buen suceso de aquella calaverada, asumió todos los riesgos. Y por desgracia ganó. Hay momentos en los que uno quisiera estar equivocado. Este era, precisamente, uno de ellos.

Comprendemos el dolor sin orillas de los familiares maltratados en la farsa. Las penas son eminentemente respetables. Hay cosas con las que no se juega. O al menos es lo que se supone. Pero Hugo Chávez es distinto. Para él no hay nada sagrado, nada digno de consideración. No hay límites. Y por eso, sabiendo lo que pasaba, por lo menos a partir de algún momento de la comedia, no vaciló en comprometer gobiernos amigos, sentimientos intocables, valores intangibles. Las cancillerías de Francia y de Brasil estarán mucho tiempo avergonzadas de su inadvertencia. Itamaraty y el Quay D’Orsay quedaron golpeadas en lo que más les duele: su amor propio. No calcularon bien al personaje con el que se metieron. Los argentinos pagaban en especie la compra de sus bonos internacionales, Cuba respondía por los 4.500 millones de dólares anuales de ayuda y Ecuador y Bolivia por los que ya tienen y por los que aspiran a tener.
Pero Francia, Brasil y Suiza tendrán años para maldecir su credulidad. Y la Cruz Roja Internacional, para dolerse de su ridículo papel. Mientras que Piedad Córdoba, la última de las damnificadas, inventará cualquier cosa para culpar a Uribe y exculpar a su amigo de Barinas. Pero el corazón del mundo se siente herido y ofendido. El mal tiempo, que los satélites desmienten, y los combates que se dieron sin disparar un tiro no valdrán como excusa de este colosal artificio. Simplemente porque no tiene ninguna.

Fernando Londoño - El Tiempo

En otra columna que publicó El País de Calí Londoño resume así el final de la operación:
El burlador ha sido burlado por sus compinches. No es la primera vez ni será la última en que un bandido se aproveche del que quiere utilizarlo. Y hemos de admitir que el Presidente, el Ministro y el Comandante de las Fuerzas Militares fueron más listos que nosotros. Lo que no tiene gracia. Pero sí la tiene que le ganaran de mano al histrión de Venezuela.
Para Londoño “Chávez quedó con el telón abajo, víctima de su estratagema, montada para culpar a Colombia y a Uribe del fracaso de su iniciativa”.
También el editorial de este jueves del argentino La Nación alude con dureza a las intenciones de Chávez detrás de esta liberación de los rehenes:
Profunda decepción causó en Colombia y en el mundo entero el fracaso del plan anunciado y profusamente publicitado por el presidente Hugo Chávez para lograr la liberación de tres personas secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La esperada liberación quedó trunca por el incumplimiento del compromiso asumido por la organización terrorista.
Por ello, y tras varios días de incertidumbre y de marchas y contramarchas, se anunció mediante un comunicado la “suspensión provisoria” de la labor de la comisión de garantes internacionales que llegó a Colombia para supervisar la frustrada operación de rescate de los rehenes en poder de las FARC, hasta que estén dadas las condiciones necesarias para que puedan ser liberados.
Sin caer en exageraciones, han sido muchos los países alrededor del mundo que se han movilizado para que las FARC entiendan lo cruel y desalmado que resulta, a la luz de toda noción de humanidad, mantener cautiva en la selva inhóspita a cualquier persona. Sin embargo, de poco o nada han servido esos clamores mundiales. Quienes conducen este grupo terrorista, financiado por el narcotráfico y por los secuestros, se mantienen impasibles e indiferentes ante cualquier voz y únicamente les interesa sacar algún dividendo político. Tan sólo con el protagonismo internacional que han tenido en los últimos meses, han obtenido su ganancia.
No es la primera vez que las FARC se valen de los secuestrados y de la buena voluntad de los colombianos y de los extranjeros para alargar el tiempo de espera y lograr así el interés y la audiencia que les niegan sus atrocidades. Como tampoco es novedoso que esta fuerza terrorista ofrezca supuestas señales de buena voluntad para después cerrarle la puerta a la esperanza, mediante el incumplimiento a cualquiera que les dé muestras de confianza.
Hay quienes sostienen que, con su activo protagonismo, Chávez buscó mantenerse vigente en el plano internacional y erigirse en el líder indiscutido de la región, además de demostrar que ya superó la derrota electoral sufrida hace pocas semanas.
No han faltado analistas para quienes el show montado alrededor de la anunciada liberación de apenas tres de las aproximadamente 750 personas que las FARC mantienen cautivas estuvo dirigido a debilitar al presidente colombiano, Alvaro Uribe, tanto en el nivel local como en el ambiente internacional.
Seguramente ajeno a estas especulaciones, el gobierno argentino se involucró en el operativo frustrado con un nivel de exposición que no pareció el adecuado. Sorprendió que la delegación de nuestro país estuviera encabezada por el ex presidente Néstor Kirchner, cuando el resto de los países que integraron el comisionado de garantes extranjeros enviaron a funcionarios de menor jerarquía.
Probablemente, la travesía por la selva le sirvió al ex presidente Kirchner para descubrir la forma en que actúa este grupo terrorista del que sólo siendo muy ingenuos podemos aguardar gestos humanitarios.
Una eventual liberación de unos pocos secuestrados hoy no podría hipotecar la libertad de mañana ni fortalecer la imagen de un grupo que está a la cabeza de las violaciones de los derechos humanos en el mundo occidental. Quedan muchos muertos en vida en los campos de concentración de las FARC en las selvas colombianas.
Frente al drama de los secuestros, la libertad es el único rédito posible. No caben en estos casos especulaciones sobre proyectos políticos personales o sobre próceres contemporáneos que, en el fondo, deben su intervención en estos patéticos casos a una afinidad ideológica que, tratándose de un grupo que secuestra, mata y trafica drogas, poco tiene de meritorio.
El presidente Uribe ha tenido la grandeza de ser coherente en aquello que pregonó desde que procuró canjear secuestrados por guerrilleros de las FARC detenidos. Haberles permitido a Chávez y a los emisarios de siete países adentrarse en el territorio colombiano fue, sí, un gesto humanitario.
No se puede jugar ni especular, hasta los límites de la crueldad, con los familiares de los secuestrados y con las esperanzas de los colombianos y las de millones de ciudadanos en el mundo, que vislumbran en la liberación prometida un primer paso para un acuerdo que permita la liberación de todos los rehenes que por años han vivido la tortura del secuestro a manos de verdaderos rufianes dedicados a lucrar con el dolor ajeno.

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