sábado, 22 de febrero de 2014

Llego la hora del coraje

Llegó la hora del coraje
En Cuba hay oposición, pero ésta lleva 55 años siendo tratada literalmente como “gusanos”, apaleada, encarcelada y asesinada. Seguramente, en este más de medio siglo, muchos cubanos nacieron y murieron en dictadura. 
ESA NO ES UNA OPCIÓN PARA VENEZUELA. Los venezolanos ya vamos para 15 años de un régimen que, lejos de debilitarse (hay ilusos que así lo creen), cada vez afianza más su estrategia limitadora de la libertad de expresión, y su control totalitario sobre los poderes públicos y las fuerzas armadas nacionales. 
Una copia los CDR cubanos que intimidan a fuerza de garrotes ya está tomando forma en Venezuela en forma de “colectivos”, pero aquí tienen armas de fuego. El coraje trae consigo riesgos, pero te permite vivir con la frente en alto. Cuando llamo al coraje, lo hago con propiedad. Durante 25 años de servicio en educación, enfrenté a los violentos y a los abusadores de la política en mi sitio de trabajo. Con trato cordial, pero con firmeza, no permití actos de intimidación o proselitismo. Fui el blanco de insultos, amenazas, e intentos de agresión, pero me gané el respeto de la comunidad, y hasta de los violentos, y me retiré satisfecho de mi labor.
El día 02 de marzo de 2004 (pocos conocen este incidente), luego de ver por televisión a unos DISIP disparando contra unos edificios en Caracas, mi indignación me llevó esa noche a la sede de ese cuerpo policial en San Felipe, con la simple intención de pararme en la alcabala que casi siempre tenían, y dirigirle a los funcionarios una mirada de reproche. Como no había nadie afuera, me estacioné a unos 20 metros a esperar. De inmediato llegó una Toyota blanca chasis largo sin identificación, y en segundos me vi rodeado de funcionarios, algunos con filmadoras, y fui bajado a punta de pistola del carro y requisado. En esa calle oscura, rodeado de policías y sin testigos, les expliqué el motivo de mi “visita” y calmadamente les manifesté mi indignación. 
Un funcionario que salió de la sede del cuerpo asumió el interrogatorio, me escuchó con atención y me dijo que entendía mi posición. Me dijo que me cuidara y me permitió retirarme. Yo me fui con la sensación del deber cumplido. 
La moraleja de este relato es que si todos los venezolanos, solos o en grupo, asumimos la cuota de coraje que nos corresponde, tendremos una esperanza de salir de este régimen. Hemos dejado avanzar demasiado a los violentos, pero no queda otra que confrontarlos. 
Se entiende que ello entraña algunos peligros, pero trae consigo la autoestima fundamental para decir que valió la pena vivir. Yo no me veo viviendo en un país gobernado por malandros, que dicten las pautas para nuestras acciones y hasta para nuestros sueños. 
Debemos seguir activados, llevando nuestra voz de protesta pacífica pero contundente, ante las instituciones donde están los responsables de esta situación, incluyendo los cuarteles militares. No nos queda otra, salvo que estemos dispuestos a soportar vernos a nosotros mismos y a nuestros hijos, sufrir las consecuencias del enraizamiento de este régimen de violencia y atraso.

Etiquetas: , , ,

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal